lunes, 28 de julio de 2014

RECOMENDACIONES PARA LA PREPARACIÓN DEL P.I.R.



RECOMENDACIONES DE ESTUDIO

Sabemos que no existe un método único de estudio, ni confiamos en la imposición de un sistema rígido que no permita desarrollar tu estudio de la forma más operativa. Sin embargo, es necesario tener en cuenta una serie de recomendaciones que nuestros años de experiencia en la preparación de una prueba como ésta te serán de gran utilidad, a la hora de obtener el máximo rendimiento. 




RECOMENDACIONES GENERALES 


1. Determina cuál va a ser tu centro de trabajo y organízalo. Es de vital importancia que estudies en un sitio tranquilo y a poder ser, siempre el mismo, para evitar perder tiempo explorándolo cuando te sientes a estudiar. Por otra parte, el estudio del PIR requiere la consulta, no sólo de los manuales CeDe, que no es poco, sino también de manuales, o apuntes de clase (en el caso de la modalidad presencial). Es importante tenerlos a mano para no perder tiempo. 


2. Ritmo de estudio. La cantidad de material a estudiar es muy extensa, por lo que el ritmo de estudio necesariamente debe ser elevado. Aunque las materias estén subdivididas en temas, algunas de ellas habrá que estudiarlas en una semana, especialmente aquéllas que no pertenecen específicamente al ámbito de la Psicología Clínica y que por lo tanto no se estudian con tanta profundidad. 

Es imposible establecer una estrategia común para todos los alumnos ya que el ritmo dependerá de diferentes variables como los conocimientos previos, la dedicación que cada uno puede darle al estudio, y el estilo de aprendizaje. Como recomendación general, al inicio del curso, ten en cuenta la cantidad de áreas y temas que tienes que estudiar, el nivel que posees en cada asignatura, el tiempo REAL que le vas a poder dedicar semanalmente, tanto al avance como al repaso, y teniendo en cuenta estas variables créate tu propio programa de estudios, procurando que sobren, al menos, dos semanas para repasar todo antes del examen. 


3. Horas diarias de estudio. Aunque las horas dedicadas al estudio van a depender mucho de las circunstancias personales de cada uno, es fundamental no olvidar que se trata de un examen de toda la carrera, y no de una sola asignatura, por lo que sobra decir que no serán adecuadas las “aceleraciones de última hora” que podían servir para aprobar algunos exámenes de la licenciatura o grado. Estás preparando una oposición, y por tanto debes dedicar bastantes horas diarias a estudiar. Posiblemente haya épocas en las que estudies menos horas y otras en las que estudies más. De nuevo la recomendación es la planificación previa para evitar pérdidas de tiempo y “atracones” que sólo llevan a una mayor ansiedad. 
Respecto al número concreto de horas a estudiar, no vamos a concretarlas, porque solo tú 
sabes de cuánto tiempo dispones, y cuanto puedes dedicar al estudio. Eso sí, cuanto más, mejor, teniendo en cuenta los descansos oportunos para poder mantener el ritmo de forma sostenida. Ten en cuenta que debes estudiar casi a diario pero también descansar con bastante frecuencia, nunca menos de un día por semana. 


4. Planifica descansos y no abandones tu vida laboral. Recuerda que no puedes mantener la atención durante horas en una misma tarea. Aproximadamente cada hora y media o dos horas de estudio, realiza pequeños descansos (de 10-15 minutos). Dedica, mínimo un día o medio día a la semana (dependiendo de en qué momento de la preparación te encuentres) para descansar completamente. Eres psicólogo/-a: si te encuentras muy tenso, practica relajación en tus momentos de descanso. Y no olvides que para sostener una situación dura como ésta, debes “reforzarte” de vez en cuando. El olvido o descuido de los aspectos personales "extraprofesionales" puede repercutir muy negativamente en tu estado psicológico, lo que, entre otras consecuencias, te llevará a afrontar con un exceso de tensión nada deseable el estudio y el examen. 


5. Discrimina detalles de aspectos fundamentales. Aunque en el primer contacto con el material es importante que lo estudies con profundidad, tienes que ser consciente de que todo no lo vas a poder repasar las semanas antes del examen. Por lo tanto, una tarea prioritaria en tu estudio debe ser discriminar detalles de aspectos básicos de las materias. Revisa las preguntas de convocatorias anteriores sobre el tema que estés estudiando, pero no te dejes engañar por las preguntas de examen que se refieren a aspectos muy específicos. Siempre existirán, y no siempre las podrás contestar. El pilar fundamental de tu estudio deben ser los conceptos básicos de la materia. Si pierdes este objetivo, es muy posible que te encuentres perdido y ansioso frente al extensísimo material a estudiar, lo que es totalmente contraproducente para tu estudio. 


6. Trabaja con esquemas. Para facilitarte la tarea de discriminación y clarificación de conceptos básicos, realiza esquemas de la materia estudiada o sírvete de los que te faciliten los docentes de la academia (modalidad presencial). Estos esquemas, además, te servirán para sucesivos repasos del material. 


7. Amplía el material cuando lo veas necesario. Si encuentras algún aspecto en los apuntes que consideras interesante extender, consulta otras fuentes bibliográficas. En la academia dispones de una biblioteca básica de consultas, y puedes preguntar a los profesores de cada materia por los manuales que pueden ser más adecuados para ello. 


8. Establece relaciones positivas con tus compañeros. Un examen de las características del examen PIR conlleva una clara situación de competitividad. Pero ello no significa que te debas obsesionar con ello y considerar a tus compañeros de estudio como “el enemigo”: esto sólo conduce a una situación de malestar y tensión que no repercute positivamente en tu estudio. Estar relajado/a en este aspecto, y poder compartir material o dudas con los compañeros puede ser mucho más positivo para la preparación de tu examen PIR. Recuerda que los mejores deportistas se dan la mano antes y después de cada competición. 


9. Más adelante te ofrecemos unas recomendaciones para el estudio de cada asignatura, si bien estos consejos tienen mucho que ver con las tendencias de las preguntas de examen, por lo que las primeras recomendaciones generales para todos los contenidos serán las siguientes: 

  • Lee el material antes de ir a clase (en el caso de modalidad presencial, te permitirá aprovechar mejor la clase y plantear todas las dudas que te puedan surgir). Tras una primera lectura, intenta contestar las preguntas que de esa asignatura han realizado en todas las convocatorias. Así te familiarizarás con su formulación y te facilitará la discriminación de los aspectos más relevantes. 
  • Valora tu nivel en cada asignatura y estima cuánto vas a tener que repasar. Lo recomendable es repasar todo el material, empleando más tiempo en aquellas materias de mayor di cultad y más “peso” en el examen, añadiendo un tercer repaso “rápido” las semanas previas al examen, para alc anzar los conocimientos más básicos. 
  • Recuerda: Podemos tener la tendencia de dejar para el nal la asignatura que nunca se nos dio bien, pero, no nos engañemos, las asignaturas son, en general muy largas, y poseen muchos datos. Cuanto menos conocimiento tengas sobre una de ellas más te costará aprenderla y más necesitarás repasar. La recomendación es, “ve a por todas y no dejes para mañana lo que pue des hacer hoy”. 
  • Otra recomendación respecto al orden de estudio de los temas puede ser intercalar una asignatura que te guste y que domines con otra que no te guste demasiado. Así compensas la motivación y el esfuerzo

martes, 8 de julio de 2014

Aprendiendo sobre la disonancia cognitiva


La disonancia cognitiva se refiere a la tensión o incomodidad que se percibe cuando mantenemos dos ideas contradictorias o incompatibles entre si; o cuando nuestras creencias no están en armonía con lo que hacemos, ya estéis visualizando en vuestra mente experiencias propias en las que os habéis sentido así. Por ejemplo, desear hacer algo y no hacerlo porque creemos que al otro no le va a sentar bien, saber que nos sentimos mal en una relación pero decidir permanecer en ella, o autocastigarnos aún sabiendo que nos vamos a hacer daño. Se trata de un malestar, por tanto, que generalmente viene asociado a sentimientos de culpa, enfado, frustración o vergüenza.

Existen cinco alternativas con las que tratar de resolver este conflicto emocional:

(1) Cambiar uno de los elementos en discordia de manera que resulte más coherente con respecto al otro. En una disonancia hay dos elementos, el cognitivo (pensamiento) y el conductual (acción), resultará más fácil y eficaz cambiar el primero de ellos. Por ejemplo, cambiar nuestra actitud frente a la situación, modificar nuestras creencias, o retractarse de una acción determinada.

(2) Cambiar la prioridad de los elementos. Daremos más importancia a aquellas ideas o creencias que apoyen la conducta que hemos decidido realizar. Por ejemplo, si dudamos entre ir a la playa o a la montaña, porque ambas nos apetecen mucho, y finalmente nos decidimos por la playa, reforzaremos los puntos fuertes de esta opción para así resolver el conflicto.
(3) Tomar decisiones. La mente necesita encontrar respuestas y las encuentra cuando decidimos. Así que más que quedarnos divagando en si hacer una u otra cosa, decidámonos por alguna de ellas y sigamos adelante afrontando las consecuencias de las mismas. Hay que perder el miedo a avanzar, sea cual sea la circunstancia que le siga a la decisión, siempre supondrá una ayuda en el proceso de desarrollo de la persona.
(4) Añadir nuevos elementos cognitivos que ayuden a resolver la incongruencia. Tratando de reflexionar en voz alta o por escrito, preguntándonos que favorece nuestro equilibrio o no, conseguiremos introducir nuevos elementos que en un primer momento no habíamos tenido en cuenta, y que pueden resultar el fin de la incoherencia.
(5) Relajándonos. Al relajar el pensamiento aliviaremos la tensión emocional y conseguiremos razonar de una manera más pausada, hallando una solución factible a la incongruencia vivida.
CIARA MOLINA

jueves, 3 de julio de 2014

El experimento psicológico de Facebook


Pocos experimentos de psicología alcanzan el impacto mediático que ha tenido el que acaban de publicar Kramer y colaboradores en la prestigiosa Proceedings of the National Academy of Sciences. En principio, el experimento no da para tanto. Simplificando mucho las cosas, su principal conclusión viene a ser que las emociones son contagiosas. Posiblemente se trata del efecto experimental más pequeño que jamás se ha publicado en una revista científica. (La de Cohen de uno de los análisis es apenas 0.001.) El potencial incendiario del artículo no se debe a su contenido, sino a la metodología empleada. Los autores no se limitaron a llevar a un grupo de 50 participantes al laboratorio y observar su comportamiento, sino que manipularon las actualizaciones de Facebook de más de 600.000 internautas y observaron cómo cambiaba su comportamiento. Todo ello sin que los incautos participantes tuvieran la más mínima idea de que se estaba experimentando con ellos. En concreto, los investigadores limitaron el número de actualizaciones de carácter emocional positivo que aparecían en el feed de la mitad de los participantes y limitaron el número de actualizaciones negativas de la otra mitad. Como consecuencia de ello, el primer grupo de participantes empezó a publicar mensajes más negativos que el segundo.
La polémica se debe a que esta investigación no respeta las normas éticas de investigación que sirven de referente para hacer experimentos psicológicos o biomédicos. Uno de los requisitos básicos de cualquier estudio es que los participantes deben saber que sus datos están siendo observados y deben tener una información mínima sobre el estudio que les permita decidir libremente si quieren contribuir a él o no. También es requisito habitual que cualquier estudio tenga que ser previamente aprobado por un comité ético. El experimento de Kramer y colaboradores lógicamente no cumple con el primer criterio y no está claro sí llegó a ser aprobado o no por un comité ético ni en qué condiciones. Los autores se defienden en el propio artículo argumentando que el estudio no viola el acuerdo que los usuarios de Facebook firman cuando crean una cuenta de usuario.
Al otro lado de la polémica se sitúan los que sin llegar a aprobar esta conducta nos recuerdan que este tipo de estudios no son lo peor que se hace en las redes. El problema de la redes sociales no es que ocasionalmente se realice a través de ellas un estudio de interés científico sin que los participantes tengan noticia de ello. El verdadero problema es que las compañías realizan este tipo de estudios constantemente, con intereses puramente comerciales y sin publicar nunca los resultados de forma que sean accesibles a la ciudadanía. Tal vez sea un error atacar impasiblemente a los autores de un estudio que nos ha enseñado algo sobre la naturaleza humana a cambio de una pequeña manipulación de las actualizaciones de Facebook, mientras ignoramos el verdadero problema: La libertad con la que las redes sociales investigan sobre nosotros con intereses puramente comerciales y venden nuestra información al mejor postor.
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Kramer, A. D. I., Guillory, J. E., & Hancock, J. T. (2014). Experimental evidence of massive-scale emotional contagion through social networks. Proceedings of the National Academy of Sciences, 111, 8788-8790.