martes, 8 de julio de 2014

Aprendiendo sobre la disonancia cognitiva


La disonancia cognitiva se refiere a la tensión o incomodidad que se percibe cuando mantenemos dos ideas contradictorias o incompatibles entre si; o cuando nuestras creencias no están en armonía con lo que hacemos, ya estéis visualizando en vuestra mente experiencias propias en las que os habéis sentido así. Por ejemplo, desear hacer algo y no hacerlo porque creemos que al otro no le va a sentar bien, saber que nos sentimos mal en una relación pero decidir permanecer en ella, o autocastigarnos aún sabiendo que nos vamos a hacer daño. Se trata de un malestar, por tanto, que generalmente viene asociado a sentimientos de culpa, enfado, frustración o vergüenza.

Existen cinco alternativas con las que tratar de resolver este conflicto emocional:

(1) Cambiar uno de los elementos en discordia de manera que resulte más coherente con respecto al otro. En una disonancia hay dos elementos, el cognitivo (pensamiento) y el conductual (acción), resultará más fácil y eficaz cambiar el primero de ellos. Por ejemplo, cambiar nuestra actitud frente a la situación, modificar nuestras creencias, o retractarse de una acción determinada.

(2) Cambiar la prioridad de los elementos. Daremos más importancia a aquellas ideas o creencias que apoyen la conducta que hemos decidido realizar. Por ejemplo, si dudamos entre ir a la playa o a la montaña, porque ambas nos apetecen mucho, y finalmente nos decidimos por la playa, reforzaremos los puntos fuertes de esta opción para así resolver el conflicto.
(3) Tomar decisiones. La mente necesita encontrar respuestas y las encuentra cuando decidimos. Así que más que quedarnos divagando en si hacer una u otra cosa, decidámonos por alguna de ellas y sigamos adelante afrontando las consecuencias de las mismas. Hay que perder el miedo a avanzar, sea cual sea la circunstancia que le siga a la decisión, siempre supondrá una ayuda en el proceso de desarrollo de la persona.
(4) Añadir nuevos elementos cognitivos que ayuden a resolver la incongruencia. Tratando de reflexionar en voz alta o por escrito, preguntándonos que favorece nuestro equilibrio o no, conseguiremos introducir nuevos elementos que en un primer momento no habíamos tenido en cuenta, y que pueden resultar el fin de la incoherencia.
(5) Relajándonos. Al relajar el pensamiento aliviaremos la tensión emocional y conseguiremos razonar de una manera más pausada, hallando una solución factible a la incongruencia vivida.
CIARA MOLINA

No hay comentarios:

Publicar un comentario