Por Dr. Juan Jesús Muñoz García, Profesor de Psicología Clínica de CeDe
Nada que perder es un lema
interiorizado desde la más tierna infancia y engalanado por la fuerza e
intensidad de la perseverancia. Ante
las dificultades podemos quedarnos
quietos o echar a correr, si bien caben numerosas situaciones intermedias
que suponen formas de vencer el infortunio. Pero muchas veces, en lugar de
progresar nos quedamos en la pérdida, en lo estático, en aquello que produce un
inmovilismo deprimente que nos ahoga e impide evolucionar. Me sale deciros ¡corred
hacia delante sin mirar atrás! y resistid
los avatares y envites funestos sin titubeos, eliminando cualquier ápice de
vacilación y expresando una gran determinación.
En Las Aventuras de Alicia en el País de las
Maravillas, se postulaba la necesidad de correr sin parar para seguir en el mismo sitio y, al hilo de esto,
la perseverancia es una característica imprescindible para nuestro progreso. No
haría falta el consejo de la Oruga Azul para saber que quienes
perseveran son los que superan la cuesta arriba y la convierten en una suave
pendiente en la que disfrutar del paisaje circundante. Desde que Alicia
baja por la madriguera del Conejo Blanco hasta que despierta de su sueño con la caricia de unas hojas, no
ceja en su empeño de progresar por un mundo fantástico que no deja de ser la
metáfora del contexto vital de Lewis
Carroll y, por qué no, echando algo de imaginación, supone una analogía con
posibles pasajes de la vida de cualquier ser humano; donde conocemos personajes
afables (ese Sombrerero Loco), intrigantes (el Gato de Cheshire),
dañinos (¡vaya con la Reina de Corazones!), caritativos
(el Conejo
Blanco) y un largo etcétera más. Pero, pese a las dificultades, si
somos perseverantes y/o persistentes conseguiremos lo que nos propongamos
aunque, eso sí, no obviando nunca la inteligencia
práctica. Tras su amplia sonrisa el Gato de Cheshire aconsejaba
sabiamente que siempre llegarás a alguna
parte si caminas lo bastante.
Me surge la pregunta de cómo podemos alcanzar el
éxito y, aunque parezca una tautología, sólo se me ocurre la recomendación de
dar la vuelta al fracaso, convertir lo lejano en cercano y no claudicar aunque
el camino sea arduo y tortuoso. Siempre que exista una dificultad hay una
oportunidad que está para quien la quiera y pueda encontrar, siendo la
perseverancia una de nuestras bazas. Insisto en la inteligencia práctica, no
vayamos a hacer como el bueno de Don Rodrigo de Quesada (Paco Martínez Soria) en Don
Erre que Erre y terminemos por denunciar al Banco Universal por la sustracción de 257 pesetas. Quien persevera
se aplica, empeña, insiste, lucha, persiste y muestra ahínco alejando la
testarudez inoperante y carente de receptividad ante las circunstancias
cambiantes que nieguen la posibilidad de alcanzar nuestra intelectual elección
pese al esforzado empeño.
Si la perseverancia todo lo alcanza,
sólo me cabe insistir en obrar perseverando, manteniéndonos constantes en la
consecución de lo iniciado. La perseverancia se enraíza con nuestros propósitos
dirigiéndonos a un horizonte alimentado por esa energía que supera las
frustraciones, desalientos y obstáculos de la vida. Decía Napoleón Bonaparte que la victoria pertenece al más perseverante
y nuestro refranero que no hay peor lucha que la que no se hace. Por ello, como negarnos a resurgir
de las cenizas, cual ave Fénix que, en la tradición
cristiana, muere quemada en su nido de rosas por una chispa surgida de la
espada del ángel ejecutor del destierro de Adán y Eva. Sin embargo, el Fénix
mitológico no probó la fruta prohibida y se hizo merecedor de la inmortalidad
en forma de poder renacer de sus cenizas. Qué bonita metáfora de la íntima
relación entre el éxito y la lucha empleando buenas prácticas y/o respetando a
los demás. Si Alicia despertó antes del corte
de cabeza ordenado por la Reina de Corazones quizá es porque
siempre creyó en sí misma y no obvió su empeño de evolucionar. Qué sabio es eso
de caerse está permitido, levantarse es
obligatorio (proverbio ruso). Sólo queda resurgir perseverando, cual Ave Fénix.
Lectura
recomendada
Carroll, L. (1865, ed. 2006). Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas. Madrid: Alianza Editorial
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