jueves, 24 de agosto de 2017

Experiencias Residentes PIR 10. Evaluaciones en quirófano con paciente despierto.


HASTA LA FECHA, LO MÁS EMOCIONANTE DE LA RESIDENCIA

A los pocos días de estar en la unidad de neuropsicología me enteré que una de las
compañeras   de   máster   hacía   evaluaciones   en   quirófano   con   paciente   despierto
mientras se le intervenía quirúrgicamente a nivel cerebral (normalmente extirpación de
un   tumor)  con   el  obejtivo  de   reseccionar   el  máximo  tejido  tumoral  preservando  al
máximo las funciones cognitvas.

La idea me pareció muy atractiva, así que no tardé en mostrar mi interés. Le comenté si
sería posible acompañarla a una operación; su respuesta fue, “¡claro, a la próxima te
aviso!”   ¡Qué   emoción!   Me   parecía   verdaderamente   muy   interesante   y   me   daba   la
sensación   que   iba   a   ser   una   experiencia   que   quedaría   grabada   como   de   las   más
emocionantes de la residencia. 

Desde ese día hasta la fecha de la operación pasaron unas cuatro semanas, que me
sirvieron para concienciarme. Sabía de compañeras de la unidad que habían ido, se
habían desmayado de la impresión; la convicción ante la decisión iba fluctuando, había
momentos que el “miedo” al desmayo me hacían cuestionar si ir o no ir pero cierto es
que   estas   dudas   fueron   mínimas   y   deseaba   que   llegara   la   semana   que   me   dijera
“Bárbara esta semana tenemos operación”; ese día llegó. La operación iba a ser un
Jueves   y   ella   me   lo   dijo   un   Martes.   Por   la   poca   o   más   bien   nula   experiencia   en
quirófano y en ver órganos en vivo o partes del cuerpo preparadas para extirpar pensé
que ver algún vídeo (hacer un poco de pre-exposición) sería buena idea para reducir el
impacto, pero no lo hice... Fui a por todas, sin saber lo que me esperaba pero con la
certeza de que podría con ello! (tal y como vas al exámen PIR  )

Ese día lo viví muy intensamente, la planta, la puerta y el pasillo que nos dirigían al
quirófano eran diferentes a los que habitualmente me muevo. Se comenzaba a percibir
menos temperatura en el ambiente, las paredes blancas y los suelos resplandecientes.

Llegó el momento “pijama” de quirófano, gorro, mascarilla y peúcos (un outffit ideal!),
con el “kit” al completo me hice una foto de recuerdo (que aquí teneis); mi corazón se
iba acelerando a medida que la imagen de “cirujano” me la estaba viendo en mi misma
(nunca habría podido pensar verme así vestida siendo psicóloga).

Por fín llegó el momento, la puerta corredera se abrió y ya dentro; el paciente estaba
en una camilla, tumbado de lado, rodeado de monitores y en la parte superior de su
cuerpo, justo detrás de su cabeza estaban los dos neurocirujanos (al entrar no se veían
porque   los   separaban   una   especie   de   sábanas   extendidas   de   lado   a   lado   que
delimitaban la zona donde ellos se encontraban). En el primer momento que entré no
ví nada alarmante únicamente el paciente y profesionales (anestesistas, enfermeros y
residentes) además de todos los monitores que rodeaban al paciente. Fue cuando mi
compañera   y   yo   nos   colocamos   a   su   lado,   cuando   ya   se   hicieron   visibles   las   dos
pantallas   que   había   para   seguir   la   operación.   En   ese   momento   pensé   “es   una
película”....

El proceso llevado a cabo fue el siguiente: el neurocirujano antes de comenzar con la
extirpación le pidió al paciente que contara hasta diez, de este modo trata de encontrar
la intensidad a la cual su cerebro produce una respuesta (negativa o positiva según el
caso; en este caso negativa ya que al estimular la zona se inhibiría la producción del
habla). Una vez encontrada esta intensidad (que será la que se utilizará para toda la
estimulación cerebral durante la operación) entramos nosotras; ellos nos avisaban que
zona iban a estimular y dependiendo de eso escogíamos una u otra tarea (las pruebas
se pasan previamente, días previos a la operación; de este modo se aseguran que lo
sabe   que   cualquier   alteración   en   la   respuesta   será   causada   únicamente   a   esa
estimulación, no a que el paciente desconoce el estímulo).

     Nos  coordinamos   con   el   cirujano   para   cuadrar   estimulo   y   estimulación,   por
ejemplo: para el área de broca se utilizó una tarea de denominación. Al paciente se le
mostraba una imagen en un ordenador y en ese momento el cirujano estimulaba   el
área implicada (en este caso área de broca); el paciente iba nombrando las imágenes
que se le mostraban, había algunas que no las podía nombrar u que se quedaba a
medias   en   la   denominación,   (justo   cuando   el   neurocirujano   estimulaba)   entonces
nosotras decíamos “ahí” indicándole que justo al estimular tal zona no podía nombrar
las   palabras,   eso   le   iba   indicando   al   cirujano   por   donde   “entrar”   para   comenzar   a
extirpar   el   tumor   sin   dañar   habilidades   cognitivas,   y   así   sucesivamente   (dejando
descansar al paciente) hasta que tenían fijada el área de entrada (para comenzar a
extirpar).

 Si la respuesta es correcta se deduce que el área no está implicada en dicho proceso y
que   por   tanto,   si   en   esa   zona   hay   tumor   se   podrá   extirpar   sin   haber   repercusión
funcional para el paciente; pero si se produjera respuesta negativa, parafasia semántica
(cualquier   alteración   en   la   respuesta   del   paciente)   indicaría   que   esa   área   participa
activamente en la función y por lo tanto se tendría que valorar extirpar o no puesto
que ello conllevaría repercusión funcional del paciente tras la extirpación del tumor.

A medida que iban pasando los minutos y las horas iba intercambiando la mirada con
el   paciente   y   la   mirada   con   la   pantalla   de   su   cerebro   (en   vivo)   e   iba   tomando
consciencia de lo que estaba viendo...que si os podeís imaginar era verdaderamente
increíble ver tal interacción. Ya pasadas un par de horas,  me asomé a la zona de detrás
donde estaban los cirujanos, tube mis dudas sí, porque pensé que si ya verlo en la
pantalla me parecía increíble, verlo en VIVO iba a ser...Me envalentoné y travesé “las
sabanas” que delimitaban la zona y ahí ví, el cráneo, el cerebro, todas y cada una de las
partes; imaginaros ver el Área de Broca que tantas veces hay que estudiar, ahí delante,
y   ver   como   el   neurocirujano   la   estimula   y   eso   produce   un   efecto   en   el   paciente...
¡Impresionante! 

Espero con estas palabras os podáis hacer una idea de tal experiencia, ya que fueron
muchas   sensaciones   y   emociones   conjuntas   en   poco   tiempo.   Poder   ver   esto,   el
proceso,   la   delicadeza,   la   profesionalidad,   la   cohesión   del   equipo,   de   todos   los
profesionales para que  todo saliese lo mejor  posible fue realmente  fascinante  y os
recomiendo que si algún día teneis la oprtunidad, intentéis aislar el respeto, “el miedo”,
las experiencias de otras personas ante tal situación e intentéis priorizar vuestro interés
y vuestra devoción por aprender y fascinaros de cosas tan maravillosas como fue esta.

Un Saludo compañeros,

BARBARA CITOLER NAVAL , Residente PIR

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