jueves, 14 de diciembre de 2017

Des…pa…ci…to…

                        Por Dr. Juan Jesús Muñoz García, Profesor de Psicología Clínica de CeDe



Pongámonos serios y que nadie piense que esto va a consistir en un análisis del porqué de mejor tomarse las cosas con calma o las virtudes de la prudencia y el pensar analítico en según qué (quizá la mayoría) de las circunstancias. Lo cierto es que el ritmillo en cuestión ha podido llegar a suponer una fuente elicitante de síntomas cercanos a lo postraumático que en este momento no compartiré por respeto incluso a mí mismo. El caso es que utilizando como excusa una “canción del verano” me propongo hablar de los pensamientos obsesivoides.

He de señalar que en esta temática de la canción del verano el auténtico genio es Georgie Dann. Cuánta ideación obsesivoide puede haber generado este señor y siempre con temáticas tan bisoñas (en su tiempo) y abordando temáticas tan necesarias como las viandas que emergen del fuego purificador de la barbacoa, las dudas existenciales que puede tener una persona de otra raza, el encuentro grupal que supone ese local playero con bebidas heladas o la interacción que se puede dar entre nuestras mejillas, torso y ombligo (algo he censurado). No creáis que hay mucha más profundidad interpretativa en las composiciones de la última década. De hecho, creo que he de negarme a hablar de Sofía, bicicletas o de que alguien se atreva a volver. Mucho menos nombraré gozaderas y me niego a seguir bailando. Tal riqueza y complejidad de temáticas me lleva a decir que no hay dos sin tres o que tengas cuidado por se eu te pego (creo que no se traduce como yo pienso). Como hay gente pa tó os invito a poner la mano arriba, cintura sola y dar media vuelta pero sin dejar de leer este artículo. Todo sea que no acabes por no entender nada y te suene a waka waka. I gotta feeling acerca de no saber ni yo hacia donde me dirijo. Quizá despacito me vayan viniendo ideas de por qué se nos quedan estos u otros temas y se convierten en pensamientos obesivoides que dominan nuestra mente agolpados al lado de la barbacoacómo me gusta!).

Lo malo de estas composiciones es que a veces se nos quedan atascadas y no hay quien se libre de ellas. Esta viscosidad y lo pegajoso de la misma han sido denominados en el ámbito anglosajón como gusano de oído y se consideran históricas en esto del gusaneo algunas letras como “We will rock you”, “The final countdown” o “Livin´ on a prayer”. Lo admito, selecciono las que me gustan de las que son (para eso soy quien escribe). Bajando la temática a lo concreto, las canciones que pueden colonizar nuestra mente lo hacen en virtud de su potencia melódica, por conectarnos emocionalmente con su contenido o, qué narices, porque nos las repiten (o nos las repetimos) hasta la saciedad. A nadie se le escapará que si todo el rato nos están diciendo que va a llover acabaremos siendo auténticos meteorólogos y prediciendo lluvias por doquier. Es lo que tienen los pensamientos obsesivoides que, en todo caso, si son buenos, pues adelante y que campen a sus anchas por nuestra mente. Lo malo es cuando interfieren con nuestra cotidianeidad y dificultan el obrar. Extrapolándolo a la relación con otros, si alguien nos afecta y es nocivo hemos de apartarnos y en el caso de lo obsesivoide más de lo mismo. Si un tema nos absorbe hemos de dejar de contactar con ello, lo que implica que a una persona no la veríamos en tanto en cuanto nos supusiera un problema. Volviendo a la música, para quitarnos un tema de la cabeza no queda más remedio que elegir otro. Aquí no puedo más que reírme con cierta consternación ya que lo que sirve para los pensamientos espero que no tenga un paralelismo con las personas (si bien ya se sabe el archiconocido a rey muerto… rey puesto).

Parece que el cambio de tema musical está para combatir lo obsesivoide y, poniéndome serio, las personas tenemos la capacidad de programar nuestro pensamiento. Desechar angustias, tristezas, malos recuerdos o penurias puede realizarse a través de una simple elección diaria. Hablamos de música, pero puede ser cualquier cosa. Repitámonos aquello que nos hace crecer y conectemos con una mentalidad constructiva. Puede que un tema armonioso y rítmico nos saque de una situación que nos ha hecho daño. Al final la vida no deja de ser como una canción en la que puede haber momentos que desafinen pero que si ensayamos lo suficiente conseguimos generar una melodía acompasada y cadente.

Subrayo que las obsesiones son difíciles de abandonar, pero quién quiere hacerlo si producen alegría. Al final espero haber puesto un matiz serio a este artículo pero vuelven a mi mente esas tortuosas melodías. Decía Nietzsche que sin la música la vida sería un error. Es obvio que no conoció algunos de los temazos que he propuesto en el segundo párrafo y aún más nítido es no poder imaginar a tan ilustre filósofo tarareando la barbacoa, mami que será lo que quiere el negro, el chiringuito o cachete con cachete, pechito con pechito y ombligo con ombligo (vaya tela) y aún menos cantando des…pa…ci…to

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Experiencias Residentes PIR 19. UN MOMENTO PARA UNA REFLEXIÓN

TRAS MUCHO CAMINO RECORRIDO, UN MOMENTO PARA UNA REFLEXIÓN

Esta vez me apetece dedicaros unas palabras a todos los que estáis día tras día al pie del cañón persistiendo en vuestro objetivo y alejarme por una ocasión, de mis rotaciones y mi experiencia en el hospital. 

Muchos de vosotros debéis llevar varios meses de recorrido y a estas alturas, el cansancio y la motivación pueden tener numerosos altibajos. Las fechas que se acercan ahora son algo críticas, a mí me recuerdan al verano, sólo que las Navidades son más cortas y la fecha del examen está bastante más próxima por lo que todo es mucho más intenso. 

Recuerdo el año pasado a estas fechas, estaba en otra ciudad, viviendo con mis padres, tenía ganas de que llegaran las navidades, porque a mí personalmente me gustan pero recuerdo que la sensación que tenía entonces era de indiferencia, quería que llegasen y pasaran rápido a la vez.  Ahora lo veo desde fuera (trabajando y con la plaza) y al igual que muchas otras cosas que os he ido contando esta sensación también ha cambiado respecto a la que tenía durante la preparación del PIR.

Incluso tratándose de las mismas fechas, la sensación del primer año de preparación fue muy diferente a la del segundo año. El primero lo viví con ganas de que pasarán, supongo que el estrés me hacía pensar que no las iba a disfrutar como me gustaría y para eso, mejor que pasaran rápido…en cambio, el segundo año de preparación la sensación era muy diferente.

 Cuando te presentas la primera vez y lo has dado todo, has dejado muchas cosas de lado, has dicho que no a miles de planes y viajes, y quedadas…y no consigues la plaza…la sensación es bastante desagradable pero a medida que pasa el tiempo y te preparas de nuevo, al menos mi sensación era, “esta vez no me lo tomaré de la manera que me lo tomé” (y ahora me explico).

 Si que es necesario ser constante en la preparación y saber “decir que no” pero hasta cierto punto, somos personas, y como todo ser humano necesitamos desconectar y todo es posible, únicamente es cuestión de establecer unos límites (como la mayoría de cosas en esta vida). Es importante que lo estrictos que somos en la organización del estudio también lo seamos para compaginar nuestra vida personal durante la preparación. 

Tan importante va a ser que cada día te despiertes a la hora y no te quedes dormido, como que sepas escucharte a ti mismo e intentes reconfortarte puesto que es una etapa prolongada y costosa de sobrellevar.

 Con esto me gustaría trasladaros que,  puede haber tiempo para la serie, para las reuniones familiares para cocinar, etc. sí es lo que a uno le gusta y le reconforta, se trata de organizarse, adaptar un “poco el planning” para poder satisfacer una necesidad que al fin y al cabo, si es lo que nos gusta es suficiente razón como para cubrirla, poder disfrutar de esos “momentos de escape” que muchas veces piensas que no tocan o que a veces ni nos los permitimos por el mero hecho de pensar que “perdemos el tiempo” (error).

Con esto os quiero decir chicos, que intentéis cero agobios en el sentido de, disfrutar de las cenas o los cafés de reencuentro con los amigos de toda la vida, de las reuniones familiares, de una tarde de patines sobre hielo….estos momentos dan mucha fuerza para la recta final y aunque la sensación de “perder el tiempo” y estar intranquilo porque “debería haber terminado tal área” exista, os recomiendo que podáis permitiros esos instantes de satisfacción.

Retomando lo que he comentado al principio, y con esto ya termino, son ya muchos meses y la fatiga mental está presente además de los nervios por el tiempo y la cercanía del examen. Poderse dar algún respiro ayuda a que no “te sientas ahogado”, literalmente, y que si no sale bien esa sensación tan desagradable de la que os hablaba al principio, pueda sobrellevarse mejor.

¡Mucho ánimo para esta recta final!


BARBARA CITOLER NAVAL , Residente PIR

martes, 5 de diciembre de 2017

Asesinar en serie

                        Por Dr. Juan Jesús Muñoz García, Profesor de Psicología Clínica de CeDe


NASH es el acrónimo formado con la primera letra de los términos natural, accidente, suicidio y homicidio, a saber, las cuatro formas de muerte existentes. Profundizando en estos conceptos me surge la cuestión de los determinantes que llevan a una persona a matar a otra y, es en ese momento, cuando otros conceptos copan mi pensamiento. Palabras como psicopatía, mafias, sectas, conducta antisocial, maltrato, sadismo y un largo etcétera están conectadas con la posibilidad de matar y aún más de matar en serie.

Profundizando más en los perfiles de los asesinos en series tradicionalmente se han considerado cinco motivaciones principales que definen subtipos de homicidas: videntes, misioneros, hedonistas, instrumentales (beneficio) o poder/control. Los llamados motivos videntes se vinculan a la existencia de algún tipo de afección mental que condicione el comportamiento del individuo y, en este sentido, uno de los ejemplos históricos es Ed Gein, apodado el Carnicero de Plainfield,  de profesión costurero. En su domicilio se encontraron todo tipo de restos de seres humanos con los que en una aparente necrofilia y presumible canibalismo decoraba su domicilio (sofá con piel humana) o incluso llegó a hacerse complementos (cinturón con pezones humanos). Este macabro personaje fue inspiración para la realización de la película Psicosis. En España ha habido algún perfil relativamente similar como es el mendigo asesino que confesó haber degollado a 13 personas entre 1987 y 1993 en un contexto de sintomatología paranoide y también de profanación de tumbas.

En el caso de los misioneros son asesinos que justifican sus acciones al supuestamente ajusticiar a personas indeseables. Bajo este prisma entran perfiles de homicidas que creen estar haciendo algún tipo de justicia social cuando en realidad dan rienda suelta a su agresividad. En este sentido y como ejemplo macabro cabría señalar la figura de Joaquín Ferrándiz, apodado el asesino de prostitutas por los tres crímenes de esta índole que cometió. En el caso de los hedonistas matan por placer y, muy frecuentemente, hay un rasgo sexual en sus crímenes. Si bien no había motivaciones sexuales, el asesino de la baraja (Alfredo Galán) mató a seis personas entre los meses de enero y marzo de 2003 con una pistola recabada en su pasado militar en Bosnia. Su firma con cartas de una baraja pretendía ensalzar su sensación de poder y necesidad de ser notorio en un más que claro complejo de inferioridad.

Respecto a los motivados por el beneficio, estarían los planteamientos de aquellos que quieren lucrarse o tener algún tipo de lucro. El caso de Margarita Sánchez (la viuda negra) es un buen ejemplo. Esta persona mataba a sus víctimas con un veneno que ponía en sus comidas y/o bebidas. Consiguió asesinar a cuatro personas aunque señaló en su juicio que no pretendía matar sino envenenar para robar. Por último, en cuanto al poder/control como motivación para el asesinato está el ejemplo de Gilbert Chamba apodado el monstruo de Machala quien en su país de origen (Ecuador) violó y mató a ocho mujeres y en España añadió una nueva víctima a su horrible historial.

Esta clasificación de motivos implica que algunos homicidas puedan presentar varias motivaciones y, en todo caso, puede quedarse corta. Detrás de las motivaciones están personas que pueden tener predisposición a la violencia en parte heredada pero, sobre todo, aprendida.

Reflexionando acerca de cómo se puede llegar a estas situaciones, aquellos niños que tienen predisposición a la violencia han de tener límites precisos desde pequeños ya que cuanto más mayores se hagan más probable es que no puedan modular su comportamiento. Alcanzar la adolescencia sin un adecuado desarrollo moral es un notable factor de riesgo para la posibilidad de exhibir conductas antisociales y violentas. Satisfacer continuamente los deseos de un niño en aras de aportar una aparente felicidad no es más que educar en una baja tolerancia a la frustración, no dar valor al esfuerzo para resolver problemas e ir construyendo una personalidad basada en el descontrol, ingrediente inequívoco de la violencia. Ahora bien, no todo es “psicológico” sino que hay que atender también a otros procesos de índole sociológica que justificarían también otros homicidios (p. e.: violencia machista, radicalismos políticos o religiosos, etc.).

No puedo terminar este escrito sin hacer una reflexión en torno a determinadas circunstancias de actualidad. Nuestra sociedad del siglo XXI tiende a normalizar y banalizar la exposición a la violencia. Menores con mayor psicoticismo (dureza emocional), más impulsividad y con un mínimo miedo son los perfiles habituales que pueden ejercer violencia. Como muestra de lo señalado en estos días en los que se presenta un caso muy mediático (el asesino de la catana) nos encontramos con una persona que no estudiaba en el momento de la comisión de los homicidios y con la “soga” de ponerse a trabajar –por indicación paterna- (no podía estudiar y no quería trabajar). Los determinantes de sus homicidios eran librarse de sus padres (para no ser controlado) y no dejar sola a su hermana ante la muerte de los mismos. Por cierto, se justificaron los crímenes por una “epilepsia” y, en todo caso, los rasgos psicopáticos también siempre fueron evidentes. Otra cosa, y dejaremos esto para otro escrito, son las posibilidades de rehabilitación de estos perfiles y/o de interiorización de determinados límites infranqueables... pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.