lunes, 6 de mayo de 2013

"OBJETIVO CONSEGUIDO. SER PSICÓLOGO CLÍNICO"




Seguimos compartiendo experiencias de nuestros alumnos, esperamos que estos testimonios os ayuden a seguir avanzando... Hoy compartimos las opiniones de Verónica Ventero Portelas que consiguió el puesto número 15 en la convocatoria de 2010.


VERÓNICA VENTERO PORTELAS.
Puesto nº 15. Convocatoria 2010.
Expediente: 2,83.
Examen: Aciertos 209, Fallos 30, Blancos 11.


Antecedentes. Nada más entrar en la Universidad me encontré con un cartel que decía “PIR = RIP”, por aquellos años ni siquiera sabía lo que querían decir las siglas PIR. Lo que sí sabía es que mi idea de lo que era la psicología se correspondía con lo que en aquella universidad llaman Psicología Clínica.

Los inicios. En quinto curso de carrera (curso 2009-2010) tomé la decisión definitiva de presentarme al examen PIR para poder acceder a la formación especializada en clínica, a pesar de los rumores de la imposibilidad de conseguir plaza y basándome en la autoconfianza (concepto muy importante a la hora de acometer esta aventura). Al poco tiempo me enteré de la existencia de la Academia CEDE y me decidí a realizar el curso presencial de marzo a noviembre, había que ir a por todas, aunque tuviera que compaginar cuatro meses de clases en la carrera, en la academia y el practicum. ¡Es cuestión de organizarse!. Siempre conté con el apoyo, de mi familia y amigos, sin el cual no podría haberlo conseguido.

Desarrollo. Comencé leyendo el temario como el que lee una novela, subrayando y poco más, así fue la primera vuelta (hay que tomarlo con paciencia para no hartarse antes de tiempo). Al terminar la carrera me puse manos a la obra con la organización, planificación o “cuadriculación” como prefiráis llamarlo. Decidí trabajar por objetivos, nunca me gustó emplear un número prefijado de horas porque sí. Me parece que al fijar un objetivo diario y conseguirlo (por ejemplo, leer y estudiar los apuntes de clase de la parte de Experimental) los pequeños refuerzos son más frecuentes y ayudan a la motivación. A lo hora de planificar recomiendo hacerlo, tal y como dicen en la academia, dejando un tiempo para “imprevistos” que van desde celebraciones familiares hasta días de fiebre, e intentar ajustarse lo más posible a la planificación sin olvidar los tiempos de descanso y de ocio tan importantes como el estudio. Asistí a todas las clases presenciales, a pesar de tener que desplazarme desde otra provincia y llegar muy tarde a casa. Me gustaba escuchar las explicaciones de los profesores, eran muy útiles para el posterior estudio en casa, y también sus experiencias personales respecto al PIR, considero que forman un equipo muy bien preparado y comprometido. Al principio decidí no hacerme esquemas, consideré que era una inversión de tiempo que no me aportaría gran beneficio; pero al tiempo tuve la necesidad de sintetizar más aún los contenidos importantes, por lo que me puse a ello; eso sí con la metodología que me pareció más rápida: folio y bolígrafo azul. También recopilé en forma de afirmaciones (solo con algo del enunciado y la respuesta correcta) algunas preguntas que me parecieron importantes o difíciles. En mi opinión, es muy importante ser capaz de relacionar conceptos de distintas asignaturas porque ayuda a fijarlos, esto se consigue con lectura comprensiva, esquematización y repaso frecuente de los conceptos importantes; agradezco enormemente todas y cada una de las reglas mnemotécnicas que nos proporcionaban los profesores. No amplié el temario, creo que en los apuntes de CEDE está recogida toda la información necesaria para realizar el examen de forma adecuada;  además como quería presentarme en Enero (año 2011) me pareció no tener tiempo suficiente (“Quien mucho abarca, poco aprieta”, pensé). He de decir que en los simulacros, si bien conseguí  pasar al ese ente llamado alumno ideal (a veces por muy poco), nunca aparecía en la lista de mejores puntuaciones (ni de lejos), por lo que no hay que desanimarse, lo importante es ir mejorando. Con todo esto conseguí dar tres vueltas al temario completo (largo, como lo llamábamos), y decenas (o quizá centenas…) a los apuntes de clase y esquemas propios. Pero en ese tiempo de estudio no renuncié a irme de vacaciones con mis amigas en verano (confieso que me llevé un par de libros de la academia para aminorar el cargo de conciencia, aunque luego no los utilicé), más alguna otra escapada con familiares, cenas, paseos y baños en la piscina, e incluso tuve tiempo para encontrar una persona que se convirtió en mi pareja. Para mí este tiempo de preparación no fue, en absoluto desagradable, sentí que estaba aprendiendo mucho sobre Psicología (casi más que en la licenciatura), y también sobre mis propias capacidades. Además, podía organizarme según me conviniera (si bien hubo momentos de gran agobio) sin olvidar el resto de cosas importantes en mi vida. Creo que esto último fue muy importante para mantener la motivación y a la vez desdramatizar una posible no consecución de plaza (si vas pensando que el resto de tu vida se decide el día del examen es muy difícil no estar nervioso).

El gran día. Por fin llegó el día del examen, creo que la actitud con la que te presentas ante la prueba constituye un porcentaje muy importante de la probabilidad de sacar plaza, no permitas que los nervios te impidan demostrar todo lo que sabes (yo incluso me fui a correr temprano para descargar tensiones). Recuerda: ya has hecho lo más difícil. En cuanto al examen cada uno tiene su estilo, es muy importante no perder la concentración ni desanimarse si no sabes la respuesta de algunas preguntas. En mi caso, al leer las diez primeras y no saber ninguna tuve que poner en marcha la estrategia del cambio de bolígrafo. Esto consiste en una atribución externa del control, en concreto, confiar en que al cambiar de bolígrafo cambiaría la suerte (suena a locura pero a mí me funcionó: el poder de las expectativas…). Cuando salí del examen estaba segura de haber sacado una malísima puntuación, menos mal que no me dedico a la adivinación. Al final conseguí un buen número de plaza (posición 15) que me ha permitido hacer la residencia en el lugar que quería (Toledo), en el que estoy encantada.

No quiero adelantaros las emociones que se producen al saber que has conseguido la tan ansiada plaza, y mucho menos lo que se siente al iniciar la andadura por el camino de la residencia. Sólo os diré que merece la pena y que en cualquier momento seréis Residentes de Psicología Clínica.

Actualmente estoy finalizando mi segundo año de residencia, estudiando un máster en neuropsicología clínica y voy a comenzar a impartir la asignatura de Psicología Experimental en CEDE. ¡Nada es imposible con una buena organización y mucho esfuerzo personal!. "

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