viernes, 19 de agosto de 2016

¿Quieres aprobar el PIR? Entonces hay 4 cosas qué NO deberías hacer


Los aspirantes al PIR escuchan con frecuencia consejos de qué hacer para estar mejor preparado para el día de la prueba. Ya sean rutinas de estudio, de cómo afrontar la prueba o su preparación así como de los descansos que se deben realizar, todos ellos suelen tener en común que se hable de qué es lo recomendable hacer y no tanto que es lo que NO suele ser buena idea hacer.

A continuación trataremos de cuatro asuntos que, por la experiencia en la preparación del PIR, hemos visto que no suele conducir a buenos resultados:

1. ¡A ver qué tal sale este año! Es cierto que no es fácil aprobar el PIR a en la primera convocatoria, pero asumir que el primer año uno se prepara sabiendo que no lo va a aprobar es un grave error. La preparación del PIR, sea con el resultado que sea, con lleva un gran esfuerzo mental y físico, por lo que  autolimitarse con la idea de estudiar sabiendo que “difícilmente aprobaré” supone colocar uno mismo un obstáculo añadido a los otros muchos que ya hay. Esta actitud suele facilitar que la motivación decaiga con facilidad, que el estudio no acabe siendo provechoso y, en definitiva, supone que el tiempo que uno dedica a prepararse el PIR esté mal invertido. Lejos de estar más preparado para el siguiente año, lo que ocurre es que uno, lógicamente, se encontrará más cansado y desmotivado para dedicarse a estudiar al nivel necesario para intentarlo un año más. No se trata de una cuestión de optimismo desenfadado, sino de que, ya que prepararse el PIR es un esfuerzo importante, lo ideal sea hacerlo pensando o intentando sacarlo ese año, aunque después el resultado no sea el deseado, pero, sin duda, será mejor que hacerlo convencidos de que no será posible sacarlo.

2. No planificar descansos. El contrario a la actitud descrita en el punto superior es el esforzarse tanto que uno acabe agotado antes de la prueba. El PIR no es una carrera de velocidad, sino que se asemeja más bien a una carrera de fondo en la que administrar nuestras energías resulta absolutamente fundamental. Al igual que mantener un ritmo de estudio adecuado, poder planificar días en los que recuperarse del esfuerzo realizado durante la semana es importante para poder seguir manteniendo la constancia necesaria.

3.  No estudiar las horas necesarias. Este es un tema a menudo controvertido, pero hemos de ser honestos con nosotros mismos. Antes de prepararse el PIR es aconsejable que uno haga el ejercicio de pensar si es esta opción la que realmente quiere, sea por el motivo que sea. Si la respuesta es positiva y se decide prepararlo en serio, esto implica asumir que tendremos que dedicar un número de horas relativamente alto. Lo que vemos es que, independientemente del método de estudio usado, de la persona y de otros muchos factores que, lógicamente, están en juego, la media de horas dedicada por los que lo aprueban es superior a aproximadamente 6-7 horas al día. Es cierto que hay casos muy concretos de personas que, con menos tiempo, pudieron conseguirlo, pero la realidad es que una vez tengamos una buena rutina de estudio seguramente tengamos que dedicar este tiempo durante al menos 5 ó 6 días a la semana, dependiendo de lo cerca que esté la prueba. Ahí están los datos.

4. Prepararse el PIR pensando que es la única opción. Pese a que es totalmente recomendable y positivo tener claro que uno desea formarse como psicólogo clínico, prepararse para la prueba manteniendo que si uno no lo consigue no tendrá ninguna otra opción para trabajar, añade una enorme presión y exigencia que harán que el estudio se viva como más estresante. Insistimos, no tiene que ver con que uno quiera con todas sus fuerzas sacar su deseada plaza PIR, sino con asumir la eventualidad de que si eso no fuera posible existen otras muchas opciones con las que desempeñar el trabajo que uno desea. Es un poco como aquello de que cuando uno intenta conciliar el sueño y no para de pensar en que necesita dormir, acaba por no conseguirlo, pero cuando comienza a pensar en otra cosa, sin darse cuenta cae rendido.

 


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