Los aspirantes al PIR escuchan con frecuencia consejos de qué
hacer para estar mejor preparado para el día de la prueba. Ya sean rutinas de
estudio, de cómo afrontar la prueba o su preparación así como de los descansos
que se deben realizar, todos ellos suelen tener en común que se hable de qué es
lo recomendable hacer y no tanto que es lo que NO suele ser buena idea hacer.
A continuación trataremos de cuatro asuntos que, por la
experiencia en la preparación del PIR, hemos visto que no suele conducir a buenos
resultados:
1. ¡A ver qué tal sale este
año! Es cierto que no es fácil aprobar el PIR a en la primera convocatoria,
pero asumir que el primer año uno se prepara sabiendo que no lo va a aprobar es
un grave error. La preparación del PIR, sea con el resultado que sea, con lleva
un gran esfuerzo mental y físico, por lo que
autolimitarse con la idea de estudiar sabiendo que “difícilmente
aprobaré” supone colocar uno mismo un obstáculo añadido a los otros muchos que
ya hay. Esta actitud suele facilitar que la motivación decaiga con facilidad,
que el estudio no acabe siendo provechoso y, en definitiva, supone que el
tiempo que uno dedica a prepararse el PIR esté mal invertido. Lejos de estar
más preparado para el siguiente año, lo que ocurre es que uno, lógicamente, se
encontrará más cansado y desmotivado para dedicarse a estudiar al nivel
necesario para intentarlo un año más. No se trata de una cuestión de optimismo
desenfadado, sino de que, ya que prepararse el PIR es un esfuerzo importante,
lo ideal sea hacerlo pensando o intentando sacarlo ese año, aunque después el
resultado no sea el deseado, pero, sin duda, será mejor que hacerlo convencidos
de que no será posible sacarlo.
2. No planificar descansos.
El contrario a la actitud descrita en el punto superior es el esforzarse tanto
que uno acabe agotado antes de la prueba. El PIR no es una carrera de
velocidad, sino que se asemeja más bien a una carrera de fondo en la que
administrar nuestras energías resulta absolutamente fundamental. Al igual que
mantener un ritmo de estudio adecuado, poder planificar días en los que
recuperarse del esfuerzo realizado durante la semana es importante para poder
seguir manteniendo la constancia necesaria.
3. No estudiar las horas necesarias. Este es un tema a menudo controvertido,
pero hemos de ser honestos con nosotros mismos. Antes de prepararse el PIR es
aconsejable que uno haga el ejercicio de pensar si es esta opción la que
realmente quiere, sea por el motivo que sea. Si la respuesta es positiva y se
decide prepararlo en serio, esto implica asumir que tendremos que dedicar un
número de horas relativamente alto. Lo que vemos es que, independientemente del
método de estudio usado, de la persona y de otros muchos factores que,
lógicamente, están en juego, la media de horas dedicada por los que lo aprueban
es superior a aproximadamente 6-7 horas al día. Es cierto que hay casos muy
concretos de personas que, con menos tiempo, pudieron conseguirlo, pero la
realidad es que una vez tengamos una buena rutina de estudio seguramente
tengamos que dedicar este tiempo durante al menos 5 ó 6 días a la semana,
dependiendo de lo cerca que esté la prueba. Ahí están los datos.
4. Prepararse el PIR
pensando que es la única opción. Pese a que es totalmente recomendable y
positivo tener claro que uno desea formarse como psicólogo clínico, prepararse
para la prueba manteniendo que si uno no lo consigue no tendrá ninguna otra
opción para trabajar, añade una enorme presión y exigencia que harán que el
estudio se viva como más estresante. Insistimos, no tiene que ver con que uno
quiera con todas sus fuerzas sacar su deseada plaza PIR, sino con asumir la
eventualidad de que si eso no fuera posible existen otras muchas opciones con
las que desempeñar el trabajo que uno desea. Es un poco como aquello de que
cuando uno intenta conciliar el sueño y no para de pensar en que necesita dormir,
acaba por no conseguirlo, pero cuando comienza a pensar en otra cosa, sin darse
cuenta cae rendido.
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