Son famosas las películas en las que hay un sospechoso del que se
intenta saber si hizo o presenció determinados hechos y para ello se intentan
diversos métodos de los más variopintos. Estos van desde el famoso suero de la
verdad o pentotal sódico a técnicas de tortura que, por desgracia, no sólo
ocurren en el cine. También se recurre a la antigua y legendaria perspicacia de
determinados investigadores que con el tiempo se hicieron famosos por su
intuición para resolver estos casos.
Como psicólogos clínicos, en algunas ocasiones menos glamurosas
que las de las películas, se nos preguntará sobre el grado de fiabilidad de lo
que dice determinado paciente o haremos un peritaje de alguna persona. A
continuación, analizaremos brevemente algunas técnicas y consideraciones que
son útiles para intentar conocer la verdad de lo que buscamos.
1. Técnicas psicofisiológicas. Hace ya cientos de años el médico árabe
Avicena se percataba de que cuando hacía determinadas preguntas, el ritmo
cardíaco de sus pacientes cambiaba a consecuencia de estas. Es cierto que
existen variables fisiológicas como la respiración, la frecuencia cardiaca o la
respuesta galvánica de la piel que pueden ser indicativas del estado emocional
de la persona, aunque no para saber directamente si se dice o no la verdad. La
idea que subyace a estas es la de que si
el nivel basal de determinada respuesta es uno, cuando haya un cambio, esto será
significativo de que algo ha ocurrido. Por ejemplo, si se le acelera el corazón
a una persona cuando se le pregunta si conoce el nombre de la víctima de un
atraco, podemos concluir que ese asunto es relevante para la persona de algún
modo. No obstante, no podemos afirmar mucho más sólo con esto, ya que esta
respuesta podría deberse a muchos factores. Para intentar controlar esos
factores y conseguir que la respuesta sea lo más significativa posible de lo
que buscamos obtener, se realizan muchas preguntas en las que se mide la
respuesta del sujeto a preguntas novedosas y se busca que la persona se adapte
al uso de la técnica. Con ello podremos obtener respuestas psicofisiológicas
que nos guiarán en el proceso.
2. Poli bueno vs poli malo. Pese a que todos tenemos en la cabeza
la imagen de interrogatorios en los que hay un detective que amenaza de alguna
forma al interrogado, llegando incluso a utilizar métodos de coerción física,
la realidad es que son extremadamente poco útiles. Lo que se ha visto sistemáticamente
es que, ante amenazas o castigos, es muy probable que el interrogado en
cuestión hable, la cuestión es que lo que diga será lo que piensa que se espera
oír de él. Por el contrario, y de forma más relacionada con nuestro campo, que
el paciente o testigo en cuestión perciba que está siendo tratado de forma
justa y empática hace mucho más probable que acabe confesando aquello que ha
realizado. Especialmente por quitarse de encima la posible culpa que puede
sentir.
3. El relato de los hechos. Un índice frecuentemente usado para
considerar la veracidad de aquello que se cuenta es la coherencia del relato de
los hechos y la rigidez del mismo. El poder contar de forma natural aquello que
ocurrió de distintas formas y incluso cometer pequeños errores o despistes son
señales de veracidad frecuentemente. Por el contrario, si la persona cuenta lo
ocurrido siempre del mismo modo, dando detalles que habitualmente pasarían
desapercibidos y siguiendo la misma línea argumental podría hacernos dudar.
4.Resonancia afectiva. Este fenómeno es frecuentemente considerado
en psicoterapia y hace referencia al
grado en que aquello que cuenta el paciente es capaz de suscitar los mismos
sentimientos en el terapeuta. Por ejemplo, si una persona cuenta cómo sufrió al
perder su trabajo y lo difícil que fue para él llegar a fin de mes,
probablemente hará que el terapeuta perciba en sí mismo determinadas emociones
relacionadas con ello. Sin embargo, en algunas ocasiones ciertos relatos no
producen ninguna respuesta emocional en el paciente ni en el terapeuta, y,
cuando se trata de comprobar la veracidad de los hechos, es otro indicio que
puede hacernos dudar.
Aquí hemos mencionado sólo algunos de los factores que se toman en
consideración a la hora de descubrir si determinados eventos son reales o no. La
realidad es que para llegar a esta conclusión, el experto toma en consideración
toda una constelación de factores y sus interacciones entre sí en función de la
personalidad y singularidad del individuo para emitir su juicio. En cualquier
caso, como es de esperar, siempre habrá cierto margen para el error.
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