martes, 30 de agosto de 2016

Cuatro maneras de detectar mentiras que los psicólogos utilizan


Son famosas las películas en las que hay un sospechoso del que se intenta saber si hizo o presenció determinados hechos y para ello se intentan diversos métodos de los más variopintos. Estos van desde el famoso suero de la verdad o pentotal sódico a técnicas de tortura que, por desgracia, no sólo ocurren en el cine. También se recurre a la antigua y legendaria perspicacia de determinados investigadores que con el tiempo se hicieron famosos por su intuición para resolver estos casos.

Como psicólogos clínicos, en algunas ocasiones menos glamurosas que las de las películas, se nos preguntará sobre el grado de fiabilidad de lo que dice determinado paciente o haremos un peritaje de alguna persona. A continuación, analizaremos brevemente algunas técnicas y consideraciones que son útiles para intentar conocer la verdad de lo que buscamos.

1. Técnicas psicofisiológicas. Hace ya cientos de años el médico árabe Avicena se percataba de que cuando hacía determinadas preguntas, el ritmo cardíaco de sus pacientes cambiaba a consecuencia de estas. Es cierto que existen variables fisiológicas como la respiración, la frecuencia cardiaca o la respuesta galvánica de la piel que pueden ser indicativas del estado emocional de la persona, aunque no para saber directamente si se dice o no la verdad. La idea que subyace a estas es la de que  si el nivel basal de determinada respuesta es uno, cuando haya un cambio, esto será significativo de que algo ha ocurrido. Por ejemplo, si se le acelera el corazón a una persona cuando se le pregunta si conoce el nombre de la víctima de un atraco, podemos concluir que ese asunto es relevante para la persona de algún modo. No obstante, no podemos afirmar mucho más sólo con esto, ya que esta respuesta podría deberse a muchos factores. Para intentar controlar esos factores y conseguir que la respuesta sea lo más significativa posible de lo que buscamos obtener, se realizan muchas preguntas en las que se mide la respuesta del sujeto a preguntas novedosas y se busca que la persona se adapte al uso de la técnica. Con ello podremos obtener respuestas psicofisiológicas que nos guiarán en el proceso.

2. Poli bueno vs poli malo. Pese a que todos tenemos en la cabeza la imagen de interrogatorios en los que hay un detective que amenaza de alguna forma al interrogado, llegando incluso a utilizar métodos de coerción física, la realidad es que son extremadamente poco útiles. Lo que se ha visto sistemáticamente es que, ante amenazas o castigos, es muy probable que el interrogado en cuestión hable, la cuestión es que lo que diga será lo que piensa que se espera oír de él. Por el contrario, y de forma más relacionada con nuestro campo, que el paciente o testigo en cuestión perciba que está siendo tratado de forma justa y empática hace mucho más probable que acabe confesando aquello que ha realizado. Especialmente por quitarse de encima la posible culpa que puede sentir.

3. El relato de los hechos. Un índice frecuentemente usado para considerar la veracidad de aquello que se cuenta es la coherencia del relato de los hechos y la rigidez del mismo. El poder contar de forma natural aquello que ocurrió de distintas formas y incluso cometer pequeños errores o despistes son señales de veracidad frecuentemente. Por el contrario, si la persona cuenta lo ocurrido siempre del mismo modo, dando detalles que habitualmente pasarían desapercibidos y siguiendo la misma línea argumental podría hacernos dudar.

4.Resonancia afectiva. Este fenómeno es frecuentemente considerado en psicoterapia  y hace referencia al grado en que aquello que cuenta el paciente es capaz de suscitar los mismos sentimientos en el terapeuta. Por ejemplo, si una persona cuenta cómo sufrió al perder su trabajo y lo difícil que fue para él llegar a fin de mes, probablemente hará que el terapeuta perciba en sí mismo determinadas emociones relacionadas con ello. Sin embargo, en algunas ocasiones ciertos relatos no producen ninguna respuesta emocional en el paciente ni en el terapeuta, y, cuando se trata de comprobar la veracidad de los hechos, es otro indicio que puede hacernos dudar.


Aquí hemos mencionado sólo algunos de los factores que se toman en consideración a la hora de descubrir si determinados eventos son reales o no. La realidad es que para llegar a esta conclusión, el experto toma en consideración toda una constelación de factores y sus interacciones entre sí en función de la personalidad y singularidad del individuo para emitir su juicio. En cualquier caso, como es de esperar, siempre habrá cierto margen para el error.

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