Si pudiésemos saber cuál o cuáles son los factores de los que
depende que una determinada terapia sea efectiva con un paciente, ¿qué sería lo
más importante? ¿Hay reglas generales sobre qué es lo más efectivo en una
psicoterapia? Y, en ultima instancia, ¿está en nuestra mano poder hacer que
nuestra terapia sea más eficaz?
La realidad es que no existe un consenso general sobre qué es lo
que convierte una terapia en efectiva,
aunque sí está algo más claro lo contrario, qué es lo que la hace poco
efectiva. Sobre la primera parte, podemos decir que gran parte del debate
surgió entre los representantes de distintos modelos de psicoterapia y de
entender la salud mental. Tras la segunda guerra mundial, y ante la necesidad
de atender a gran cantidad de veteranos que habían estado en el frente y
necesitaban de tratamiento psicológico, fueron varios los autores que
investigaron la eficacia del modelo conductista frente al psicoanalítico, que
era el predominante en aquella época. Aunque los resultados de dichas
investigaciones fueron dispares y algunos argumentan que hubo poco control en
las variables contaminadoras, la cuestión giraba principalmente en torno a si
un modelo u otro producía mejoras o no en los pacientes y si lo hacía de forma
más rápida que el resto. Sin embargo, como decimos, no hubo resultados
concluyentes en ninguna dirección.
Al tiempo, y con el auge del modelo conductista en psicoterapia,
se comenzó a debatir sobre qué técnicas eran las que producían mejores
resultados y para qué trastornos mentales. En este sentido tenemos la famosa
desensibilización sistemática o la exposición para el tratamiento de cuadros de
ansiedad como las distintas fobias (agorafobia, fobias simples o fobia social,
por ejemplo ). En la actualidad esta
corriente continúa y existen manuales dedicados justamente a comprobar cuáles
son las técnicas más efectivas para los distintos trastornos mentales. Otros
investigadores alertaron sobre la influencia que el propio terapeuta tenía en
la efectividad de la terapia. Estos afirman que dos terapeutas pueden aplicar
las mismas técnicas y obtener resultados muy diferentes, dado que las
características de personalidad y estilo del terapeuta influyen en el resultado
de su intervención. Es decir, que no es algo meramente científico lo que ocurre
en una terapia, sino que es más bien un encuentro humano en el que se ponen en
juego los factores que aparecerían en cualquier otra relación social. Aquí
tienen cabida los conceptos de transferencia, contratransferencia y, en
definitiva, todo lo que tenga que ver con la relación íntima que se establece
entre ambos, paciente y terapeuta.
Por otra parte, se ha visto también que hay variables que hacen
que el paciente experimente una mejoría y que no tienen que ver directamente
con lo que ocurre en la terapia. Estos son los llamados “factores extra-terapéuticos”,
que están relacionados con cambios en el ambiente del paciente, tales como
conseguir un nuevo trabajo o comenzar una relación de pareja, que pueden
producir efectos de igual o mayor magnitud que los debidos a una terapia.
Entre toda esta amalgama de resultados e investigaciones aparece
el estudio de lo que se conoce como “los factores comunes”, dentro del
movimiento integrador. Desde esta postura se explica que la falta de
diferencias que se suele encontrar en las diferentes psicoterapias se debe a
que estas se basan y operan en función de unos principios comunes a todas
ellas. Identifican los factores clínicos y teóricos que comparten las terapias,
aquellos responsables del cambio terapéutico. Uno de los estudios más conocidos
y llamativos fue publicado por Lambert, que explica que el cambio terapéutico es
consecuencia en un 40% de factores extra-terapéuticos, en un 30% de factores
comunes a todas las terapias, en un 15% debido al efecto placebo y las
expectativas del paciente y, finalmente, en otro 15% es atribuible a las
técnicas que se utilicen. Por tanto, en contra de lo que muchos hubieran
pensado, el efecto placebo tiene un impacto equivalente al de las aclamadas
técnicas terapéuticas. Esto, lejos de ser motivo para el desencanto, pone de
manifiesto cuestiones que hemos mencionado antes, como la importancia de
algunos aspectos que, se use la técnica que se use, siempre están en
funcionamiento. Al fin y al cabo, parece que es el afecto lo que cura…
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