viernes, 29 de septiembre de 2017

Experiencias Residentes PIR 14 . PRIMERA ROTACIÓN SUPERADA CON ÉXITO


Parece mentira pero han pasado ya cuatro meses desde que comenzó la residencia, y con ello llega el final de la primera rotación. Veo por ello conveniente echar la vista atrás y hacer una pequeña reflexión. Puedo así situarme en aquel Octubre de hace dos años, estudiando para el examen, yendo a clases los sábados y descansando únicamente el domingo; cuando lo único que me movía para todo aquello eran las ganas, ilusión, motivación y el “confiar en mí”, en que podría conseguirlo. 
Aquellos días eran rutinarios, muy pesados, algunos sentía más esperanza que otros, a veces pensaba “¿valdrá la pena?”,  otros me imaginaba con la bata blanca y la tarjeta identificativa de Residente de Psicología Clínica caminando por los pasillos de algún hospital de España, muchos otros tenía la sensación de que por muy duro que estaba siendo no quería quedarme con la duda de poderlo conseguir.
 Esa duda fue la que día tras otro me hacía levantar, desayunar y emprender un nuevo tema, hacer un simulacro, repasar un área, ampliar otra, etc…. Fueron rutinas muy diferentes a las que hoy en día tengo, si ahora me paso todo el día con la bata blanca, entonces me pasaba la mayoría de las horas con unas mayas, una sudadera, las gafas y una moño mal hecho  (Cuando soy consciente de lo que vivo ahora y recuerdo esos momentos, es paradójico pero sí, todavía a veces, tengo la sensación de estar soñándolo).

En estos cuatro meses he visto en mi misma una gran evolución, eso no quiere decir que tenga total dominio como psicóloga clínica pero sí, a nivel de confianza, destreza y habilidad ante el paciente, he notado mucha diferencia. 

Recuerdo la primera prueba de neuropsicología que pasé al primer paciente, estaba nerviosa con temor de no tener suficiente habilidad y que el paciente se sintiera incómodo. Cierto es que hasta la fecha no he tenido ninguna experiencia negativa o complicada, me refiero; a dificultad de gestionar una sesión o sentir cadencia en habilidades terapéuticas.

Finalizados estos cuatro meses que iniciaron con una transición en mi vida personal (cambio de ciudad, de trabajo, de casa, etc…), me expongo ahora a un nuevo cambio que supone otra transición, en este caso no tanto a nivel personal pero sí a nivel profesional. 
El siguiente servicio en el que rotaré será la planta de agudos  (durante los siguientes cuatro meses), siguiendo por las tardes en UEC durante las horas de atención continuada (las horas que son cómo guardias para un PIR).  Me parece especialmente atractiva la rotación en agudos. No se cómo será pero tras la experiencia en UEC, que el tipo de paciente es similar al de agudos, creo que me gustará mucho y quiero aprovechar al máximo aprender en terapia, adquirir habilidades terapéuticas y gestionar correctamente cada caso en particular. 


BARBARA CITOLER NAVAL , Residente PIR

martes, 26 de septiembre de 2017

El Maltrato Físico en Menores

                       Por Dr. Juan Jesús Muñoz García, Profesor de Psicología Clínica de CeDe


La victimización es un tipo especial de experiencia vital negativa que está al margen de otros factores estresantes y que supone el daño que a un individuo le causan otros seres vivos. El maltrato infantil es un tipo de victimización y como tal hay que conocerlo y tratarlo.

En la actualidad, el maltrato es un problema psicosocial de difícil envergadura, ya que un considerable sector infantil sufre agresiones de manos de sus padres. Pero aunque hoy en día se preste mayor atención al maltrato infantil, a lo largo de la historia no ha sido considerado como un problema por ninguna cultura ni en ningún período de tiempo. De lo que no cabe duda es de que los malos tratos permanecen hasta nuestra época debido, entre otras cosas,  a las creencias erróneas y a la ignorancia por parte de los padres de las necesidades físicas y emocionales de los niños. Algunos padres piensan que los niños son una propiedad de ellos y que pueden hacer lo que crean conveniente al igual que justifican los castigos físicos que son necesarios para conseguir disciplina. En este sentido, cuando los hijos no eran deseados, la mortalidad llegaba a alcanzar altas cuotas e incluso los niños eran vendidos como esclavos, muchas veces por la necesidad económica. Asimismo, el infanticidio no era una amenaza en determinadas culturas, ya que lo consideraban una forma de controlar la natalidad.

Las medidas de protección frente al maltrato ya aparecían en la época de  los griegos. Los filósofos siempre advertían de que los niños no debían ser maltratados en  las escuelas, si bien el cambio en los puntos de vista culturales no llegó hasta 1825 en Nueva York. La Sociedad Neoyorquina para la reforma de los Delincuentes Juveniles creó un refugio para los niños abandonados y maltratados. Posteriormente, en 1871 se creó la Sociedad para la Prevención de la Crueldad Contra los Niños, no siendo hasta 1909 cuando se funda la Asociación Americana para el Estudio y la Prevención de la Mortalidad Infantil. Previamente a la fundación de estas sociedades, Tardieu (1868) describió por primera vez  el síndrome del niño maltratado basándose en autopsias de 32 niños quemados y golpeados hasta la muerte. En el mismo año, el Hospital for Sick Children de Londres prestó atención a la cantidad de fracturas múltiples que sufrían los niños. No obstante, tuvieron que pasar muchos años hasta que se establecieran las causas de lesiones físicas infantiles, de índole traumática, provocadas por la violencia. Otro autor llamado Kempe (1979) organizó un simposio sobre el síndrome del niño golpeado presentando los puntos de vista pediátrico, psiquiátrico, legal y radiológico y marcando con ello un antes y un después en la historia de los niños maltratados.
Actualmente no sólo se pretende reivindicar los derechos de los menores y la persecución de los maltratadores, sino también intentar prevenir y atender las necesidades psicológicas y sociales de la infancia maltratada. Se asume que:

1.     El maltrato infantil es un tipo de victimización que implica una experiencia personal de daño infringido por otra persona. Una adecuada definición de maltrato infantil sería la que recogiese toda forma de violencia, perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, mientras el niño se encuentra en custodia de sus padres, de un tutor o de otra persona a su cargo.

2.   Existen diferentes tipos de maltrato entre los que destacan: el maltrato/abuso físico, el abandono o negligencia, el maltrato emocional, el abuso sexual y otros (explotación, maltrato institucional, corrupción, maltrato prenatal, etc.). El maltrato físico es el que más impacto provoca en la sociedad debido a sus manifestaciones físicas (magulladuras, hematomas, mordeduras, quemaduras, etc.)

3.    En la epidemiología del maltrato infantil las tasas oscilan entre el 0,2% y el 1,4% de la población menor de 18 años. Lo más frecuente es de negligencia y, en segundo y tercer lugar, el maltrato emocional y el físico. Las niñas sufren mayor abuso sexual y explotación que los niños, pero estos sufren mayor índice de maltrato físico. En cuanto a la edad la mayoría se sitúan entre los 11 y 15 años.

4.     Las secuelas médicas y psicológicas que presentan los niños maltratados físicamente son: retrasos en la adquisición del lenguaje y lectura, problemas escolares, retraso del desarrollo psicosocial, retraimiento en las relaciones sociales, conductas agresivas y antisociales, hiperactividad y trastornos emocionales tales como depresión, ansiedad y distimia.

5.       Los Servicios Sanitarios tienen una gran labor en la detección y notificación de casos y los Servicios Sociales en la intervención y atención al niño y su familia.


Los niños representan el futuro de nuestro mundo y sólo creando unos entornos de seguridad, afecto y respeto huyendo de prácticas aparentemente educativas punitivas podemos contribuir a un adecuado desarrollo social y de su personalidad

Lectura recomendada
Navas, E. y Muñoz, J. J. (2004). El maltrato físico en niños: consecuencias psicopatológicas e intervención. Anales de Psiquiatría, 20, 400-411.

jueves, 21 de septiembre de 2017

Experiencias Residentes PIR 13 .17 de Agosto de 2017, Barcelona


        Ya hace prácticamente un mes, un mensaje de WhatsApp me alertó de lo sucedido. Era un Jueves por la tarde, y como ya sabéis, que os he contado en alguna otra ocasión estaba en UEC (unidad de estancia corta del servicio de psiquiatría). A los pocos minutos se corroboró la información de WhatsApp; parecía un incidente múltiple; pasada media hora aproximadamente, ya se catalogó como “atentado en la ciudad de Barcelona”

Dedicaré unas frases a cómo desde mi hospital se activó el protocolo IMV (Incidente de Múltiples Víctimas); cómo fue la gestión, coordinación y por supuesto como lo sobrellevé a nivel personal, que si ya me permitís adelantaros, fue lo más complicado.

Aquel día junto con mis compañeras estuvimos en el hospital hasta las 23:00 por si era necesaria cualquier tipo de intervención psicológica de urgencia. En todo momento nos coordinamos con el servicio de guardia de psiquiatría. En esos primeros momentos lo primordial era paliar los daños físicos, las víctimas que iban llegando estaban ubicadas en UCI’s generales y pediátricas, en quirófanos, etc. Como todos sabemos, el daño físico es el primordial, luego se despierta el emocional, que no por ser secundario o más tardío es menos importante.

Aquella noche, tristes, perplejas, dolidas y algo asustadas, cada una nos fuimos para casa. Al día siguiente nos esperaba una jornada con un número de pacientes incierto además de, probablemente, unas intervenciones muy “INTENSAS” por la envergadura de lo sucedido. Al día siguiente llegamos al hospital, cada una se dirigió a su servicio y a las 13:00 se convocó una reunión de urgencia en el servicio de guardia de psiquiatría. Desde trabajo social del hospital se habían solicitado psicólogos, puesto que estaban comenzando a darse las primeras demandas. Fuimos tres en total, dos compañeras y yo, todas residentes las que nos ofrecimos totalmente aquel día y disponibilidad plena durante todo el fin de semana. Ese día, el viernes (día posterior al atentado), el objetivo fue localizar a las víctimas, reconocerlas en cuanto a parentesco (había familias completas ingresadas) e identificar nivel de gravedad así como grado de necesidad de intervención psicosocial. La jornada del día fue, como os podéis imaginar, dura, pesada, y en algunos momentos personalmente, tenía la sensación de que estaba soñando aquello que estaba viviendo. Me parecía muy surrealista a los tres meses de comenzar la residencia, estar viviendo todo aquello; convivía un sentimiento de vulnerabilidad, de sentirme pequeña ante tal situación, a la vez que el afán por aprender y las ganas de hacer todo lo posible por ayudar, podían conmigo.

El sábado junto a nosotras se unió la psicóloga del hospital especializada en este tipo de sucesos. Ella fue “nuestra guía” para hacer todo el proceso tal y cómo tocaba. Éramos cuatro, según la demanda nos dividíamos de dos en dos. La estrategia de intervención fue la siguiente, a nivel intradisciplinar, cada dos horas aproximadamente nos reuníamos en un despacho para actualizar cualquier tipo de novedad, toda esta información era trasladada al responsable de la guardia de psiquiatría, quien al final del día escribía un documento con la situación actual de cada una de las víctimas que precisaban ayuda psiquiátrica y/o psicológica. A nivel interdisciplinar, fue muy importante la coordinación con el servicio de trabajo social del hospital; puesto que ellos se encargaban del aspecto más “administrativo”, con ello me refiero a gestiones relacionadas con embajadas, cónsules, prensa, llegada de familiares al aeropuerto, traslado de pacientes de un hospital a otro, etc. Eso permitió que todo nuestro equipo pudiera dedicarse íntegramente a cubrir los daños personales-emocionales. Abarcamos un total de 15 víctimas llegadas a nuestro hospital (entre las que se incluyen “directas”-presentes en el accidente e “indirectas”-no presentes en el accidente pero afectadas). La intervención fue muy intensa todo el fin de semana, y la semana que prosiguió, paralizamos la asistencia en nuestros diferentes servicios de rotación para atender las demandas que iban apareciendo a medida que pasaban los días. El equipo se mantuvo en constante activación y al 100% para que todo saliera lo mejor posible hasta que cada una de las víctimas y sus familiares fueron expatriados a sus ciudades de origen. La sensación de “normalidad” iba acercándose cada vez más. La evolución de todas las personas ingresadas era muy buena, las intervenciones quirúrgicas resueltas con éxito, post-operatorios con buen pronóstico…etc. Todo un cúmulo de señales que hacían al profesional, seguir allí manteniendo la fuerza y la esperanza en que cada una de esas personas recuperara sus vidas lo antes posible.

Llegado a este punto, entraré en la parte personal; en primer lugar creo que la clave fue creerme profesional de la salud mental, que si es un trabajo que a veces hay que hacer, en esta situación pienso que tiene que tenerse presente minuto a minuto puesto que es una situación muy crítica y la barrera entre lo personal y lo profesional es muy frágil. Pienso que el sentimiento de apoyo y unión en el equipo fue primordial para que todo saliera bien. Aprendí muchísimo de la psicóloga responsable de la gestión del incidente, QUÉ hacer, QUÉ NO hacer y CÓMO hacerlo. Por ello recalco que siendo muy duro fue una experiencia que tengo la sensación que no olvidaré jamás y que por ser la primera será diferente a cualquier otra que se dé. Lo que más me costó, y cierto es que hasta la fecha no me había encontrado con tal dificultad fue DESCONECTAR. Los discursos que nos llegaban estaban repletos, de dolor, de tristeza, de incertidumbre….Además de eso, el esfuerzo era doble porque existía una barrera idiomática con todas las víctimas; el inglés o el francés fueron las lenguas utilizadas, según el caso. Recuerdo todavía, el discurso de un papá, como nos decía que por un momento sintió haberlo perdido todo. Llegaba a casa y me costaba separar las vivencias que nos relataban, además era difícil desconectar porque en cualquier medio de comunicación aparecían noticias del atentado…Pasados los días llegué a una conclusión que fue la siguiente; NO EXCEDERSE ni dando información ni pretendiendo hacer una intervención “super-terapéutica” (son momentos en el que el simple “estar ahí” ya resulta terapéutico), SER MUY CAUTO Y PRUDENTE en todo momento (tratamos con personas en una situación muy crítica), tener una buena COORDINACIÓN Y COMUNICACIÓN CONSTANTE CON TU EQUIPO DE TRABAJO y sobre todo, CUIDARTE A TI MISMO.

Cerrando aquí tal experiencia “profesional”, no suelo hacer dedicatorias pero esta vez sí me gustaría remarcar unas palabras. Poniéndoos en conocimiento tal situación, me gustaría dedicar los minutos que invirtáis en leer este texto a todas aquellas víctimas del atentado del pasado 17 de agosto en la ciudad de Barcelona.

Barcelona sigue brillando; su clima, su rambla, sus plazas, sus calles y todas aquellas personas que vivimos en la ciudad día a día luchamos por hacer del atentado un incidente que no permita frenar vidas, ilusiones y las ganas de seguir disfrutando de la ciudad como siempre lo habíamos hecho.

BARBARA CITOLER NAVAL , Residente PIR

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Ecdemolagnia

                  Por Dr. Juan Jesús Muñoz García, Profesor de Psicología Clínica de CeDe




Toda vez que la época estival finalizan creo que sigo sintiéndome cautivo del deseo de viajar o estar lejos del hogar, concepto señalado en el epígrafe. Me encantaría disfrutar de la exposición a los rayos del sol (actirastia) y luego cubrirme –pero no enterrarme- con arena de playa (tafefilia). Ahora bien, si ese deseo se convierte en la fuente predominante de placer sexual, obviamente nos movemos en el campo de las parafilias (cuyas raíces etimológicas griegas tienen que ver con estar al margen del amor). Se han documentado unas 549, pero quien sabe si hay más, ya que ancha es Castilla y el mundo está lleno de placeres ocultos. El DSM-5 especifica ocho parafilias principales, aunque hay diversas clasificaciones, siendo más correcta la que clasifica psicológicamente por grupo de preferencia (personas, sadismo, situaciones, etc.). En 1987 desapareció la conceptualización de las mismas como perversiones y, en la actualidad se distingue entre parafilia y trastorno parafílico en función, sobre todo, de la inexistencia en la primera de perjuicio en aspectos personales, sociales y/o laborales de la persona que la presenta.

Quitando hierro al asunto y huyendo de algunas parafilias que pueden causar más sorpresa y/o quizá rechazo como el caso de la excitación por parejas sexuales con miembros amputados (acrotomofilia)  o la excitación por la idea de comer o ser comido por los demás –tragado de una sola pieza- (vorarefilia), lo cierto es que me gustaría tirase la primera piedra quien no sienta excitación por la desnudez (gimnofilia o nudomanía). Aquí me vuelve a venir a la cabeza lo de la inadaptación si suponen un trastorno, recomendando al nudomaníaco no acudir a zonas nudistas tras dejarse llevar por su ecdemolagnia. Por cierto, las parafilias suelen responder al no hay dos sin tres o al no hay quinto malo. Vamos, que tienen una alta comorbilidad (sobre todo si hay una grave de por medio). Admito que me gustan los gatos (ailurofilia), pero no malpenséis, que no es bestialismozoofilia-. Al menos no tengo zemifilia, término vinculado a sentir atracción por los topos (me atormenta saber de esta existencia). Mi gozo con los felinos tiene que ver con verlos, ya sean propios, ajenos o mucho más los llamados callejeros y que tanto gustan de andar por lugares abandonados y/o descampados, allí donde algunas parejas jóvenes (a veces no tanto) pueden buscar sus momentos de intimidad que, en todo caso deseemos no sea su único lugar excitante, ya que en ese caso hablaríamos de amomaxia. Qué difícil es escribir estos términos sin tener faltas de ortografía. Bueno, a lo mejor contribuyo a generar una excitación lingüística ante mis errores a alguien que presente anortografofilia. Para otras personas, el estímulo lingüístico tiene que ver con la audición (audiolagnia) y no es que se exciten al escuchar sus propias hazañas sexuales (jactitafilia), sino más bien los jadeos o incluso la voz de alguien.

Lo de las faltas de ortografía enlaza con este mundo de nuevas tecnologías en que estamos y que dinamita el uso convencional del lenguaje. El siglo XXI nos ha llevado a un mundo dominado por internet y nuestra dependencia informática ha derivado en que pueda haber atracción hacia los ordenadores (logozomecanofilia) perdiéndose el atractivo por lo clásico y con una sexualidad en la quizá impera cierto componente exhibicionista que huye del antiguo disfrute con luces tenues o en penumbra, si bien nunca en la oscuridad absoluta para no caer en la ligerastia. Quién sabe si esa excitación a oscuras no se complementa con un placer inusitado si hay rayos y truenos (keraunofilia).

Por cierto, no he señalado que la inmensa mayoría de las parafilias –excepto masoquismo- son inmensamente más prevalentes en el género masculino que en el femenino (se habla de una proporción 20 a 1). Seguro que preguntando las preferencias de los hombres (permitidme un retórico alejamiento en este momento) por las mujeres y huyendo del romanticismo hablarán de diferentes partes del cuerpo. Unos se excitarán con las piernas (crurofilia) y otros con los ojos (oculofilia), a otros les gustarán mujeres musculosas (estenolagnia), altas (acrofilia) y muy jóvenes en relación a ellos (blastolagnia –no confundir con pedofilia ni su antónima teleiofilia –atracción sexual de un menor hacia un adulto) mientras que otros optarán por hombres o mujeres grandes (macrofilia) y/o pequeños/as (microfilia) aunque quizá, cuando somos más jóvenes, preferimos la madurez (graofilia).

En todo caso, todos tenemos nuestros lugares fetiche para nuestras intimidades. Tirando de lugares insólitos y siendo un poco pícaro, hay personas que se excitan con la vegetación –dentrofilia- y nada que ver con el castizo refranero español al irse al huerto, sino que hablamos de una variante froteurista (rozarse con personas) en la que se refriegan con plantas y/o árboles. Más cultural parece el pigmalionismmo o agamatofilia que tiene que ver con la atracción sexual por estatuas o maniquíes desnudos (atención a si alguien está muy embelesado contemplando una obra de arte).


Decía Joubert que el placer no es sino la felicidad de una parte del cuerpo y Séneca que los placeres, aún después de haber pasado, recrean. No sé, quizá es mejor moverse no de placer en placer sino de esperanza en esperanza.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Experiencias Residentes PIR 12. ATENCIÓN CONTINUADA


Después de unas más que merecidas vacaciones, seguro que algunos de vosotros estáis aún en ese período de adaptación previo a la inmersión en la rutina… Por eso, ¿qué mejor que seguir descubriendo cómo podría ser vuestra residencia a partir de mayo?

Pues bien, ¡¡allá vamos!! Os he contado un poquito cómo fue mi primera toma de contacto con el CSM al que voy por las mañanas e incluso cómo son las guardias, pero lo que todavía no os había explicado es en qué han consistido mis tardes de atención continuada.

La atención continuada empieza a partir de julio en mi hospital, por lo que después de haberme adentrado un poco más en el funcionamiento de mi CSM habitual, pensé que las tardes al ser también en un CSM, serían similares… Con esa idea invadiendo mi mente, fui al primer día en Águilas. Sólo fue necesario un día para comprender lo tremendamente equivocada que estaba.

Si bien el funcionamiento es muy parecido (el psicólogo en un centro de salud mental dedica la mayoría de su tiempo a pasar consultas), la forma de trabajar de cada persona es totalmente diferente (o esa ha sido mi experiencia hasta la fecha). A lo mejor puede sonar raro… Una psicoterapia es una psicoterapia, ¿no? Sin embargo, desde el enfoque con el que trabajan hasta la posición que adoptan ante el paciente, el tipo de lenguaje verbal y no verbal que emplean, las metáforas, las interpretaciones, la recogida de información en la primera entrevista… en definitiva, toda la intervención en sí misma, me resultó absolutamente distinta.

Al principio he de reconocer que me resultó bastante desconcertante, es decir, poco a poco había ido forjando un esquema de cómo se llevaba una sesión, así que de repente observar un cambio tan grande, fue sorprendente. Quizás en esta ocasión, mi problema fue la existencia de una idea preconcebida de cómo se debían hacer las cosas.

No os voy a mentir, siempre existen personas o cierta manera de llevar a cabo las cosas con las que te sientes más identificado, pero precisamente puedes darte cuenta de eso, si tienes diferentes modelos.

Poco a poco he ido comprendiendo que igual que cada paciente es único, cada terapeuta también lo es.

En mi corto recorrido, he tenido la grandísima oportunidad de ver cómo trabajan diferentes profesionales, desde psicólogos a psiquiatras o enfermeros, y sin duda, es una experiencia muy enriquecedora y que recomiendo empedernidamente.

Si podéis, abrid la mente, convertiros en esponjas, extraed lo máximo posible del mayor número de personas; como se suelde decir “de todo se aprende” y sólo esforzándonos por mejorar cada día, llegaremos a ser grandes profesionales capaces de ayudar a otras personas a mejorar, afrontar y/o disfrutar de sus vidas.

¡¡Muchísimas gracias por leernos!!

LAURA PÉREZ LUNA

Psicóloga Interna Residente

miércoles, 6 de septiembre de 2017

¿Anan qué? Anancástica

                     Por Dr. Juan Jesús Muñoz García, Profesor de Psicología Clínica de CeDe


La personalidad anancástica  u obsesiva-compulsiva (se equipararán aunque no son estrictamente equivalentes) supone una forma de ser, sentir, pensar y comportarse relativamente estable y que, de alguna manera, puede condicionar el día a día de la persona que la presente. Aunque podríamos pensar que una gran parte de la población tiene un poco de obsesiva, lo cierto es que el problema llega cuando condiciona nuestro devenir entorpeciendo, por ejemplo, nuestra capacidad de trabajar y/o tener una relación.

Pero más allá de criterios diagnósticos, cuáles son ejemplos de posibles cotidianeidades que son prototípicas del comportamiento de las personalidades anancásticas. El caso es que quizá, una infancia en la que haya progenitores excesivamente celosos del comportamiento de sus hijos, hipercontroladores y muy exigentes; críticos hasta la saciedad con lo que consideran erróneo; y siempre exigiendo un comportamiento óptimo y acorde con lo esperable, supongan determinantes de una introyección por parte del niño de la necesidad de realizar todo de forma perfecta y tenerlo bajo control. El desarrollo se tiñe de un mundo de prohibiciones, impidiendo la aparición de satisfacción con uno mismo y lo que se hace, lo que deriva en fomentar la aparición de cierta indefensión ante el resultado del comportamiento si no es el esperable.

Epidemiológicamente hablaríamos de una prevalencia del 1% en población general, si bien hay otros estudios que apuntan a porcentajes que varían entre el 0,9% y el 6,4% (cifras probablemente vinculadas a rasgos de la personalidad y no tanto a trastorno). Los rasgos definitorios son falta de decisión, dudas y precauciones excesivas que reflejan una profunda inseguridad personal, preocupación por los detalles, normas, listas , orden, organización y programación del tiempo; perfeccionismo, desproporcionado hasta el extremo de llegar a perder la perspectiva global de la situación; rectitud y escrupulosidad excesivas; preocupación injustificada por los remordimientos, hasta el extremo de renunciar a actividades placenteras y relaciones personales; pedantería y convencionalismo con limitada capacidad para expresar emociones afectuosas; rigidez y obstinación; así como insistencia no razonable en que los demás se sometan a su propia forma de hacer las cosas o bien una resistencia no razonable a permitir que los demás hagan las cosas por sí mismos.

Quizá es difícil reconocerse en esos criterios (por cierto, hay que cumplir un mínimo de cuatro) y hagan falta ejemplos más concretos. Así, alguien obsesivo intentará siempre ser el líder en un trabajo grupal, imponiendo sus criterios y/o desdeñando los de otras personas salvo que considere que son tan válidas como él. Su forma de ver las cosas es, a sus ojos, la más idónea ya que considera es quien verdaderamente se fija en los elementos importantes. Vigilará su cuenta corriente con celo y continuamente estará planificando posibles gastos futuros que puedan descuadrar su presupuesto. Obstinado y terco, transmitirá una aparente seguridad, si bien continuamente puede buscar la aprobación de las ya mencionadas figuras de referencia o personas tan válidas como él. Mucho cuidado con no ceder un asiento a una persona anciana en un transporte público si está delante alguien anancástico. Gustan de seguir las normas sociales con rectitud y por ello, al conducir un vehículo, serán muy escrupulosos a la hora de señalizar todas las maniobras y, aún mucho más, en procurar que los demás las sigan. No es difícil ver a la persona obsesiva corrigiendo continuamente a los demás acerca de lo que deben y no deben hacer o como es mejor comportarse en determinadas situaciones. Pueden ser muy desordenados para algunas cosas pero intentan imponer su orden y control a los demás en la mayoría de las situaciones. Dar tantas vueltas a todo tiene muchos inconvenientes y es muy probable que se enfrasquen en una tarea que quizá no es la más importante en ese momento, pero si un pensamiento automático pasa por su cabeza… poco hay que hacer. Dada el alto nivel de autoexigencia no es raro que gusten del escapismo en forma de períodos de aislamiento o conductas adictivas (como pueden ser videojuegos). Continuamente estarán preguntando si están obrando bien (a sus referentes), incluso en temas afectivos. La empatía no suele ser una virtud que adorne a estas personas y no gustan de ver expresiones espontáneas de afecto (p. e.: la gente que es muy efusiva en su alegría). Medir cada palabra es clave y mucho más huir de las relaciones interpersonales donde pueden mostrar ambigüedad dado que es difícil se sientan plenamente cómodos. Lo importante con una persona obsesiva es que no sufra daño, porque en ese caso será extremadamente despiadado con su objeto de ataque. No hay una vivencia del presente, sino de lo que se debería haber hecho en el pasado o de lo que se debe hacer en el futuro. Aparentan alegría, espontaneidad y positivismo, cuando detrás de todo ello hay tensión y un halo sombrío de control emocional. La palabra responsabilidad es su bandera y la búsqueda de la aceptación por los demás su objetivo. Tienen muchas conductas estereotipadas diarias que convierten en una verdadera liturgia necesaria e imprescindible en su obrar. Por cierto, no es bueno que se cambien los planes a última hora, al menos con una persona obsesiva.


No sé si Abraham Lincoln era obsesivo, pero dijo un frase típica de ellos cuando señaló no se puede escapar de la responsabilidad del mañana evadiéndola hoy, mientras que Mahatma Gandhi consideraba que la felicidad es cuando lo que piensas, lo que dices y lo que haces están en armonía. A mí me surge recomendar que sólo se puede disfrutar lo auténticamente placentero en el presente, sin amargarse continuamente con el eventual mañana