Algo imposible
es algo que no puede ser, suceder o realizarse. Tirando del diccionario
hablamos de algo irrealizable e incluso inalcanzable que consigue adquirir un
carácter quimérico y/o utópico. Lo imposible
se aleja de lo factible y viable suponiendo algo que, precisamente por su
dificultad, se inviste de un atractivo que intensifica nuestro deseo por su
alcance. Asociados a ese deseo pueden estar sueños, anhelos, sentimientos,
ilusiones y un sinfín de estados emocionales que nos ayudan a ver lo imposible
como algo que quizá sólo tarda un poco más.
Siempre he querido pensar que nada es imposible y, salvando la redundante imposibilidad de aquello que no puede
ser, creo que casi todo es factible. Para que algo sea posible debe poder concretarse. Hasta los afectos más penosos
como el dolor, miedo, desilusión, pena, fracaso o la soledad pueden ser
vencidos con sus antagónicos placer, valor, ilusión, alegría, éxito o una buena
compañía. Desde este prisma, pocas cosas son inasequibles. A lo sumo, lograr
que un perro maúlle o que viajemos en el tiempo (aunque quien sabe esto
último).
Paradójicamente para conseguir lo imposible hay que hacer lo imposible por lograrlo. Al fin y al
cabo la
vida no deja de ser un gran viaje en el que estamos sometidos a continuas
subidas y bajadas con escasos momentos llanos de relax que, en todo
caso, han de ser aprovechados para coger un impulso que nos lleve a una nueva
oportunidad de acercarnos a nuestros objetivos. En las cosas más sencillas suelen
estar las claves para llegar a nuestros utópicos objetivos y convertirlos en
algo poco probable pero no inasumible. Y es que para que algo sea imposible deben de existir factores contundentes
que impidan, por todos los medios, su alcance. Podemos hacer que algo que
aparentemente es infinito se vuelva tangible con sólo desearlo un poco más. Todo
está en convertir los sueños en acción y en descubrir los medios para reducir lo infranqueable que pase de ser algo
hipotético a algo probable.
Así pues a cristalizar nuestros pensamientos y a
evitar las añoranzas. Regocijarse en estados emocionales negativos sólo puede generar
fracaso, por lo que debemos modificar lo que hacemos para lograr cambios sobre
lo que queremos. Decía Paulo Coelho que sólo una cosa vuelve un sueño imposible, el miedo a fracasar. Y
que cierto es que la única manera de superar nuestros límites es intentar vencerlos
acercándonos a lo imposible.
Resumiendo, que mientras hay vida hay esperanza y como no se hizo Roma en un día sugiero los ingredientes típicos que no
suelen fracasar en el logro de empresas aparentemente inviables. El esfuerzo,
perseverancia, optimismo, ilusión y confianza en uno mismo suponen algo
tan intenso que si encima está acompañado de sentimientos positivos,
seguro pueden reducir la demora de palpar lo deseado. Al fin y al
cabo, no hay imposibles para quien sabe trabajar y esperar, algo que
extrapolado al mundo de los emociones me lleva a pensar que los
seres humanos estamos conformados con la capacidad de plasmar nuestros sueños y
aspiraciones.
Como último consejo para lograr lo imposible recomiendo ser uno mismo.
Vivimos en el mundo de la información y del consejo gratuito. Al final, siempre
hay alguien que nos dice como debemos de obrar o actuar, incluso como debemos
sentir. Muchas veces estamos inundados de todos estos artefactos y no
escuchamos nuestro interior. Sopesando nuestros pensamientos, emociones y
comportamiento, así como su integridad ante la dificultad, podremos ser
realistas a la hora de valorar la plausibilidad o no de algo y, lo más
probable, es que nos demos cuenta que hasta un perro puede aprender a maullar
y lograr lo imposible.
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