Andrea Jarabo Valdeolivas es Psicóloga
Interna Residente en el HGU Gregorio Marañón y actualmente está en el tercer
año de la residencia.
Hola Andrea, en esta entrevista nos
gustaría que nos contaras tu experiencia como rotante externa en Argentina,
concretamente en el Instituto de Psicoanálisis Multifamiliar. Estoy seguro de
que a muchas personas les encantará saber cómo ha sido.
Empecemos
por cómo conociste la existencia de la posibilidad de hacer tu rotación allí.
¿Quién te lo dijo o cómo te enteraste?
La primera vez que oí hablar del
Instituto de Psicoanálisis multifamiliar fue en uno de las jornadas ANPIR en el
que diferentes residentes de España contaban su experiencia en la rotación
externa que habían escogido. Una residente habló sobre esta rotación y me
interesó bastante.
¿Cuál
dirías que fue el motivo principal que te llevó a rotar en este centro? ¿Crees
que es necesario tener una gran formación en Psicoanálisis para ir allí?
Aunque fueron muchos los motivos por los
que me decidí por este centro, quizá los principales fueron la orientación
sistémica y psicoanalítica con que se trabajaba con personas con trastorno
mental grave en un formato grupal; y el carácter vivencial del aprendizaje de
la teoría de Badaracco.
Por otra parte, aunque no es
estrictamente necesaria una formación psicoanalítica para realizar la rotación
en la unidad, creo que se puede aprovechar mucho más tanto la docencia como lo
vivencial de los grupos, si se tiene una formación previa en psicoanálisis.
Una
vez allí, ¿nos puedes explicar resumidamente cuál ha sido tu papel como
psicóloga clínica? ¿Qué funciones has desarrollado?
Resumidamente, el papel del pasante
durante los grupos multifamiliares es de observador. Tras los grupos, se
realizan ateneos a los que asisten únicamente los profesionales clínicos. En
ellos, los pasantes comentan las reflexiones y vivencias que han experimentado
durante el grupo, permitiendo entender las dinámicas y transferencias que se
han dado en el transcurso del mismo.
De la misma manera, asistíamos a sesiones
familiares que guiaban los terapeutas del centro y posteriormente elaborábamos
informes sobre el contenido de la sesión desde nuestra propia vivencia
emocional.
Además de los grupos, en el centro había
otros espacios en los que los pasantes interactuaban con los pacientes en un
ambiente terapéutico más informal (talleres, café, cenas…).
Por último, varios días a la semana
realizábamos seminarios de docencia en los que reflexionábamos sobre conceptos
de la teoría de Badaracco aplicándola a los grupos a los que asistimos y a
casos clínicos que habíamos seguido en nuestro hospital de referencia.
De
todo aquello que has podido aprender y disfrutar en tu estancia en el Instituto
de Psicoanálisis Multifamiliar, ¿destacarías algo en concreto?
Más allá de los conceptos teóricos y las
múltiples herramientas técnicas para trabajar con grupos que he aprendido
durante la rotación, destacaría la mirada hacia el paciente que tienen el
centro. De ser mirado como un enfermo por los familiares o los profesionales,
allí pueden empezar a ser mirados como potencialmente sanos por profesionales,
familiares y el resto del grupo. Este cambio en la manera de percibirse supone
una condición muy potente para el cambio terapéutico.
Por otro lado, no puedo dejar de
mencionar el carácter vivencial de los grupos, tan difícil de explicar, tanto
para pacientes como para profesionales ;que permiten cambios a un nivel más profundo
y duradero.
Y
sobre Argentina y su gente, ¿qué impresión te llevas?
Resulta complicado generalizar, pero
podría decir que la mayoría de las personas que he conocido son muy cercanas y
afectuosas, mucho más que en España. Y Argentina... me ha dejado sin palabras.
Buenos Aires es una ciudad con infinitas posibilidades, cada barrio es
diferente, cada día hay multitud de eventos culturales, la gastronomía es
única... Y si se tiene la opción de viajar, es un país muy amplio, con ciudades
y paisajes para todos los gustos. Una rotación se queda muy corta para explorar
todo lo que puede ofrecer el país.
¿Qué
3 lugares recomendarías para aquellos que queramos visitar el país?
-
La Patagonia: la zona de
Ushuaia, el Calafate y Bariloche es impresionante... la cordillera andina, los
7 lagos, los glaciares... Es difícil elegir un sitio concreto, quizá me
quedaría con El Chalten, un pueblecito montañoso dentro de un parque natural
que permite hacer muchas rutas a pie.
-
Las cataratas de Iguazú:
Aunque se trata de un lugar excesivamente turístico, es una experiencia
increíble e imprescindible si se visita Argentina.
-
La región Norte Grande
Argentino: las provincias de Salta y Jujuy merecen mucho la pena. Ideal para
hacer un viaje corto que permita disfrutar de ecosistemas diferentes
(quebradas, yunga, puna...).
¿Le
darías algún consejo a alguien que se animase a hacer esta rotación?
Si se tiene la posibilidad, recomendaría
hacer la rotación en verano – otoño argentino, a partir del mes de diciembre.
De esa manera el clima no va a ser un impedimento para disfrutar al máximo de
la ciudad.
También creo que es una buena oportunidad
para poder introducirse y conocer otra cultura desde dentro, mezclarse entre la
gente y abrir la mente.
Por último, no es un consejo, sino más
bien hablo desde mi vivencia. Creo que la rotación en los grupos te lleva a hacer tu propio proceso. Yo me
abrí a sentir y reflexionar sobre las intensas experiencias que se iban dando
tanto en los grupos como en mí misma, y me ha llevado a un enorme crecimiento
personal y profesional.