Actualmente, si cuando un estudiante termina el grado en
Psicología quiere dedicarse al área de la psicología clínica tiene varias
opciones. La más frecuente es realizar un máster que le forme en una terapia en
concreto, como la terapia cognitivo conductual o las terapias de tercera
generación. Recientemente, con la implantación del máster de psicólogo general
sanitario (PGS) existe la posibilidad de tener una formación genérica en este
ámbito. No obstante, no cabe duda de que
la mejor vía formativa para adquirir los conocimientos que se supone que debe
tener un psicólogo clínico es el PIR, el problema aquí es el reducido número de
plazas que se convocan cada año, lo que limita enormemente cuántas personas
pueden acceder a esta formación. Dicho esto, ¿cuáles son las razones por las
que el PIR continua siendo la mejor forma para adquirir las capacidades que se
presuponen en un psicólogo clínico? Veamos algunas de las más importantes:
1. Rotaciones: Durante los cuatro años de residencia en Psicología
Clínica se tiene la oportunidad de rotar por la mayoría de dispositivos de la
red de salud mental. Esto tiene muchas implicaciones, significa la oportunidad
de poder acceder a recursos que de otra forma no es posible acceder, como los
recursos de hospitalización breve o agudos, donde se tratará con pacientes a
los que por razones obvias no se trata en otros medios. El sistema de
rotaciones no sólo permite tener una idea global de cómo funciona la red de
salud mental, sino que garantiza la formación específica en cada uno de ellos
siendo esta de lo más diversa, desde formación en adicciones, a infantil o a la
rehabilitación del trastorno mental grave.
2. Supervisiones: Durante el periodo de residencia siempre hay un
adjunto responsable de supervisar el trabajo que realiza el residente, por lo
que se está en constante aprendizaje y formación cada día durante los cuatro
años. ¿Qué otra opción de las existentes proporciona algo similar? ¡Es un
auténtico lujo poder aprender de cerca de los especialistas en cada área y
recibir feedback de cómo desempeñar nuestro trabajo! En los dispositivos como
el Centro de Salud Mental, donde el residente está a cargo de un número
considerable de pacientes y que en la mayoría de hospitales coincide con el
primer año de residencia, estas supervisiones se hacen esenciales porque
constituirán las primeras bases de cómo hacer psicoterapia.
3. Docencia: Esta suele realizarse un día por semana y además de
que los distintos residentes puedan exponer los temas que les interesan, con
frecuencia la comisión docente invita a especialistas en áreas de interés para
la formación como psicólogo clínico y como psiquiatra, pues en muchos
hospitales la docencia es conjunta para ambos. Es una gran oportunidad tener
este tipo de actividades como parte del trabajo de residente, pues permite
enriquecer la forma de trabajar del hospital con otras perspectivas que pueden
ser interesantes.
4. Contacto con residentes de otras especialidades: La posibilidad
de trabajar en equipo con compañeros de áreas afines como la psiquiatría y
poder coordinarse para saber cómo abordar los casos más complejos es un
aprendizaje que, sin duda, sólo es posible obtener a través del PIR. Esto no
sólo supone un aprendizaje de conocimientos más profundos y considerando el
tratamiento desde distintos ángulos, sino que es la mejor forma de conocer cómo
se realiza el tratamiento integral de los trastornos mentales, algo conocido
por la mayoría de forma teórica, pero que sólo es posible realizarlo por esta
vía.
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