Cuando atendemos por primera vez a un paciente que acude a nuestra
consulta no siempre es fácil saber por dónde empezar, especialmente en si
hablamos de terapeutas poco experimentados. El objetivo de este artículo es
desvelar y comentar las que durante mucho tiempo se han conocido como las tres preguntas clave de una psicoterapia.
Si excluimos todos aquellos casos en los que la persona no acude por propia
voluntad, sino que obedece a cuestiones judiciales o a peticiones de otro
familiar, lo más habitual es que la persona que viene a consulta llegue con una
demanda que tomaría, más o menos, la siguiente forma: “presento unos síntomas
que me sobrepasan, me causan un gran malestar y necesito que me ayude a poder
relacionarme de otra manera conmigo mismo o con los demás.”
La primera de las cuestiones que debemos abordar es qué es lo que
le ocurre exactamente al paciente que le hace sufrir, en qué consisten estos
síntomas que presenta, ya sea miedo a viajar en transporte público, a
relacionarse con otras personas o una profunda tristeza que le resta ilusión a
sus proyectos vitales. Se trata de intentar conseguir que el propio paciente
nos de una descripción lo más detallada posible de los síntomas, usando su
propio lenguaje, así como entender cómo este los vive y se relaciona con ellos.
Como sabemos, los mismos síntomas pueden ser vividos de forma muy diferente
según la persona y lo que intentamos obtener no es una mera lista de síntomas,
sino un primer entendimiento y acercamiento al mundo interno de nuestro
paciente.
Dado que lo fundamental en una psicoterapia es poder relacionar
los síntomas que la persona experimenta con ciertas experiencias de la vida de
la persona, la siguiente pregunta será plantearle cuándo aparecieron. De esta
forma, tanto la persona como nosotros podremos empezar a formular las primeras
hipótesis de qué eventos son los que están detrás de dichos síntomas. Y digo la
persona también, porque no es en absoluto infrecuente que no haya podido relacionar
los síntomas que tanto malestar le generan con algún acontecimiento vital.
Incluso en casos donde la causa de los síntomas podría parecernos muy evidente,
como en pérdidas como las rupturas, muertes
de familiares o pérdidas de empleo, la persona puede no haber conectado que el
sufrimiento que presenta esté relacionado con dichos sucesos. Por este motivo,
el hecho de poder relacionar ambos eventos es en sí mismo terapéutico porque no
sólo permite tomar una mayor distancia frente a los síntomas sino que dará unas
primeras claves sobre cuáles son los eventos de la vida de la persona sobre los
que debemos centrar nuestra intervención.
Por último, la cuestión más importante tanto por la profundidad
como por su complejidad para el paciente es la pregunta de por qué cree que
justo en un momento determinado, en el que han ocurrido o no hechos
especialmente significativos para la persona, han aparecido ciertos síntomas.
En otras palabras, con qué relaciona la aparición de estos síntomas en el
momento en que aparecieron. Aquí es donde podemos ubicar la clave de cualquier
psicoterapia, sea del tipo que sea. Se trata de que, tengamos las hipótesis que
tengamos sobre el origen de los síntomas que nos refiere la persona esta puede
hacer un relato coherente de sobre por qué cree que estos han surgido. Y se
trata no únicamente de un relato, sino especialmente de que el paciente pueda
establecer su propia narrativa sobre qué es lo que le ha ocurrido para que aparezcan
dichos síntomas. Partimos de la premisa de que a uno no le aparecen unos
síntomas “porque sí”, sino que estos son la expresión de un malestar que tiene
relación con unas vivencias (sean reales o fantaseadas) de la propia persona.
Por tanto, nuestra tarea más que simplemente intentar (¡como si se
pudiera!) quitar la ansiedad, la tristeza o cualquier otro síntoma será
trabajar sobre los eventos que la persona detecte que están produciéndolos. Si
se dice que estas son las preguntas clave de una psicoterapia no es por otro
motivo que porque con ellas entrarán en juego la intimidad de la persona a la
que atendemos, sus conflictos, deseos, fantasías y cómo la persona se relaciona
con ellos.
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