Algunas
claves para entender las adicciones y su tratamiento.
Todos hemos escuchado eso de que hay ciertas drogas que generan
más adicción que otras y, sobre todo, que tienen el poder de convertir a aquel
que las prueba en adicto. Pero, ¿cómo de cierto es esto? ¿puede una droga
generar adicción en cualquiera que la consuma?
Esta es una creencia muy arraigada entre la población general,
pero lo cierto es que los datos nos demuestran que apenas un 20% de aquellos que consumen una sustancia,
incluso las más controvertidas, se convierten en adictos a esta. Pero ahí no acaba
la cuestión, ya que estamos acostumbrados a hablar de adicción a sustancias
como la cocaína o el alcohol, pero también conocemos que recientemente se han
incluido en manuales diagnósticos de referencia adicciones conductuales, como
la ludopatía o juego patológico y la adicción al uso del móvil o del internet.
Sin embargo, aquí no resultaría tan sorprendente explicar que porcentajes
similares de los usuarios de estos servicios acaban sintiendo tanta una
dependencia.
¿Qué está en juego entonces? Si sólo algunas de las personas que
se ponen en contacto con sustancias o situaciones potencialmente adictivas
acaban quedando presos de su adicción, ¿qué determina que unos acaben
“enganchados” y otros no? La realidad es que esta pregunta es objeto de
múltiples investigaciones en los últimos años y podemos dividir en dos grandes
bloques los esfuerzos por responderla: los que intentaban descubrir las bases
biológicas de la adicción y los que buscaban explicar los mecanismos
psicológicos de este fenómeno. Si partimos de la premisa de que la sustancia no
tiene poder por sí sola de generar adicción, debemos analizar qué factores de
la persona son los que llevan a que se acabe convirtiendo en un adicto.
Si nos centramos en los factores psicológicos, que de ningún modo
podemos desligar completamente de los físicos, podemos afirmar sin género de
dudas que existen personas con características de personalidad que tienen un
mayor riesgo de convertirse en adictas. Cuando uno trabaja en unidades donde se
abordan problemáticas relacionadas con las adicciones, sean del tipo que sean,
se percata de que el perfil de una persona con mayor tendencia a presentar esta
problemática es alguien que tiene una especial dificultad en el manejo y
regulación de las emociones, presentando una tendencia a evitarlas y a buscar
una satisfacción inmediata. Tienen también una gran dificultad para gestionar
la demora de la gratificación y de convivir con las emociones y sensaciones
desagradables en este transcurso. Por ello es frecuente ver cómo recurren a
ciertas sustancias o conductas que se convierten en adictivas como una forma de
huir de situaciones que les resultan dolorosas y que no se ven capaces de
afrontar. Por tanto, existiría una combinación de un patrón de impulsividad, en
relación con la búsqueda de satisfacción inmediata, y de evitación
experiencial, en lo relativo a no ponerse en contacto con determinadas
emociones.
Por todo ello, es especialmente recomendable en estos pacientes
enfoques terapéuticos como el mindfulness, donde se trabaja la regulación
emocional desde la aceptación de toda la gama de emociones que la persona pueda
experimentar. Esto sin olvidar que una vez se dota a la personas de esta
herramienta se puedan abordar aquellos temas íntimos y complejos de los que la
persona huía constantemente. Se trataría de que, finalmente, el paciente pueda
cambiar la relación que establece consigo mismo y que consiga unas vivencias
más enriquecedoras.
Muchos habrán reparado en que lo expuesto aquí en relación a este
trastorno sería aplicable a otros como el trastorno obsesivo compulsivo o a los
trastornos de la alimentación, entre otros, dado que comparten una base común.
Sin embargo, lo interesante, y lo que más va a beneficiar a los pacientes, no
es tanto entender el funcionamiento según una determinada etiqueta, sino que
estos tengan un lugar donde poder sentir y comprender cómo la forma en que
estaban actuando les trae una serie de consecuencias y ofrecerles la
posibilidad de experimentar nuevas formas de afrontar las dificultades que
pueden surgir en la vida de cada uno.
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