Este esquema resume lo que ocurre detrás de algunas de las disfunciones
sexuales más frecuentes. Ya sea en las presentadas por hombres, como la
eyaculación precoz o la disfunción eréctil, así como en las que aparecen en
mujeres, como el trastorno orgásmico o el vaginismo. Veamos qué pasa
exactamente con un poco más de detalle:
Ante una primera experiencia sexual negativa, es probable que la
persona se sienta frustrada. Si esta experiencia se repite, comenzará a
anticipar su fracaso en la próxima ocasión. Así, en la siguiente experiencia el
sujeto se sentirá tenso y con elevada ansiedad por sus expectativas de fracaso
y poco a poco se convertirá en un espectador de la situación y de su propia
actuación en la relación sexual. Esto es lo que denominamos “Rol de
Espectador”, ya que la persona pareciera que pierde el papel de protagonista en
la relación sexual y analiza su actuación desde fuera, como observador, a la
espera de un nuevo fracaso.
El problema fundamental es que este ciclo impide a la persona
tomar contacto con las sensaciones corporales y sensuales producidas en el
encuentro sexual de forma natural, por lo que inhibirá una respuesta sexual
positiva y, lo que es peor, acabará reforzando la frustración inicial y las
expectativas negativas. Por otra parte,
a nivel biológico, la tensión producida en esta dinámica activará en exceso el
sistema nervioso simpático, que dificulta la aparición de una respuesta sexual
normal y favorecerá la perpetuación del ciclo descrito.
Este enfoque no sólo nos permite entender
por qué se producen estas disfunciones sexuales, sino que nos da las claves
para intervenir y tratar estos problemas de forma efectiva.
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