Alejandro
Muriel Hermosilla
Residente
PIR HGU Gregorio Marañón
Visitante
en Yale University – CMHC (EEUU)
No cabe duda de que la situación en la que viven las personas con
enfermedad mental grave ha mejorado sustancialmente si la comparamos con lo que
ocurría, por ejemplo, 100 años atrás. Y incluso más si nos remontamos más lejos
en el tiempo, cuando estas personas vivían completamente al margen de la
sociedad. En la actualidad, se ha hecho un esfuerzo por concienciar tanto a las
familias como a la sociedad en su conjunto sobre la importancia de la
rehabilitación, donde le lucha contra el estigma y fomentar una mayor autonomía
de estas personas juega un papel fundamental.
Actualmente, en nuestro país existen recursos como los Centros de
Rehabilitación Psicosocial (CRPS) o dispositivos de larga y media estancia, por
donde los PIRES rotamos durante la residencia, cuya función es la de
proporcionar las estrategias y el contexto adecuados para los pacientes y sus
familias. En función de las características de cada persona, se le destina a un
dispositivo u otro, donde, después de valorar cuáles son los retos en cada caso,
se planificará una intervención. Esto, de alguna forma, supuso una revolución
en el campo de la psiquiatría y de la salud mental en general, pues se parte de
la base de que existe la posibilidad de una
eventual rehabilitación.
No obstante, hay algunos aspectos de la rehabilitación que aún no
se tienen en cuenta con la suficiente importancia y que, al final, impiden una
autentica recuperación de estos pacientes. Hay grupos de trabajo que comienzan
a hacerse las siguientes preguntas: ¿Por qué siempre el criterio del médico o
psiquiatra debe ser el que dicte qué se debe hacer? ¿Se da aún mucha
importancia a la figura del profesional
de la salud mental frente a la del paciente en la toma de decisiones?
Recientemente conversaba con un veterano de la guerra de Vietnam,
que había sido diagnosticado hace años de Trastorno de Estrés Postraumático y
me decía que estaba harto de que los médicos y psicólogos hablasen por él sobre
qué le pasaba. Qué era lo que debía hacer y cuáles eran sus objetivos vitales
parecía que era algo que pudiera decir alguien con bata blanca sobre una hoja
de papel. Cansado de esta situación había decidido comenzar a formarse en
conocer mejor qué era exactamente lo que le pasaba para convertirse en un
asesor de personas que estaban pasando por las mismas situaciones que el había
tenido y, sobre todo, dando voz al colectivo de personas que con este
diagnostico.
Una de las cosas a las que mayor importancia le daba era a la
posibilidad de decidir qué tipo de tratamiento era el que necesitaba en función
de qué objetivos tenía cada persona en su vida. Con demasiada frecuencia
asumimos un modelo de “salud mental” donde se encaja a todos los pacientes de
manera más o menos uniforme, en lugar de intentar adaptar la intervención
(también la farmacológica) a estos objetivos vitales. Por ejemplo, esta persona
me comentaba cómo es habitual que si la persona que tiene esquizofrenia tiene
una relación de pareja y manifiesta dificultades para tener relaciones sexuales
fruto de los efectos secundarios de su medicación, los psiquiatras suelen
minimizar la importancia de este objetivo, entendiendo que lo prioritario en
este caso será mitigar sus síntomas.
Durante mucho tiempo, y aún hoy, estamos acostumbrados a que una
figura de autoridad recomiende qué deben hacer a las personas con enfermedad
mental grave. En cambio, todavía resulta chocante que puedan agruparse en
colectivos con voz propia en los que expresen no sólo sus preocupaciones y
deseos, sino que ellos mismos decidan cuál debe ser el rumbo necesario para su
propia recuperación. Ser agentes activos de su propio proceso de recuperación,
con una colaboración puntual de los profesionales de la salud mental, más como
facilitadores que como directores de su recuperación, es algo que aún parece
fuera de nuestro alcance. Hay demasiadas barreras que saltar. Como decía este
veterano: “No necesito que en la agrupación de personas con PTSD haya un
psicólogo contando qué es lo que nos pasa y hablando por todos nosotros, ¡para
eso ya estamos nosotros mismos!”.
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