Por Dr. Juan Jesús Muñoz García, Profesor de Psicología Clínica de CeDe
Es que están “más buenos que el
pan”
Imposible renegar de unos orígenes extremeños que,
en época de indudable peso relativo de lo gastronómico, han derivado en que me
vengan a la mente dos productos que, haciendo honor a la frase precedente,
están más buenos que el pan. Como en lo alimenticio me invade un afán explorador
innegable dejaré que mi cerebro piense en cosas que le apetecen a mi estómago.
Y es que en esta peligrosa deriva alimenticia en la que me estoy sumergiendo,
me viene a la mente un inmenso y atiborrado plato de pasta con mucho tomate y
queso parmesano. Es más, lo acompañaría de una ensalada con tomates bien
maduros (que no falte) y con pescados ahumados de toda índole (apetecen unas
anchoas). Esa ensalada tendría mucho bonito y la aderezaría con una salsa de
soja. ¡Madre mía!, me estoy poniendo
morado sólo de pensarlo. Por favor, perdonad por lo atropellado de este
menú, pero quizá me habría hecho un entrante con setas (si son shiitake mejor) o, en su defecto, unos
socorridos champiñones. Me acabo de dar cuenta que, pensando en ese riquísimo
plato de pasta, ha venido a mi mente la imagen de una pizza que, por dar a todos los palos de la pirámide
alimenticia, me apetece sea marinera.
¡Vaya!, ¡ya la hemos liado! Ahora que es época navideña es imposible no
pensar en un producto que colapsa los estantes de las pescaderías y que no es
otro que el marisco. Admito que me gustan mucho los langostinos y percebes
así como, para qué engañarnos, los mejillones, almejas, berberechos,
chipirones, pulpos… Estoy empezando a sentirme lleno pero creo que todavía
queda espacio para ponerme un poco esnob
y cocinar unos espárragos blancos con erizo de mar deshidratado y virutas de
jamón. ¡Vaya tela! Admito que lo mío con el jamón (de bellota) puede llegar a
ser patológico, si bien no descarto lo que la mar nos ofrece y es que de lo terrestre el jamón y de la mar el salmón. En este punto, de
perdidos al río y para cerrar el
círculo de este menú imposible, pero que me ha dejado salivando, necesitaré algo
para estos ardores que están atormentando mi vientre. Por ello, creo que no
seguiré haciendo apología del atracón y quizá lo mejor es preparar un té verde. ¡Total! Dicen que es bueno para la
digestión. Sólo me pregunto el porqué de pensar en estos alimentos. Supongo
que puede ser su apariencia, sus nutrientes o ¡qué leches!, seguro que es su
sabor a umami.
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lunes, 19 de diciembre de 2016
¡Vete a freír espárragos! ¡Y un jamón!
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