Por Dr. Juan Jesús Muñoz García, Profesor de Psicología Clínica de CeDe
La potencia intelectual de una
persona se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar
Con un mínimo parafraseo en lo relativo a sustituir
hombre (dicho por F. Nietzsche) por
persona (algo más correcto) lo cierto es que se está planteando una magnífica
definición del humor. Y sí, el humor es inteligencia y/o la inteligencia es
humor (al menos tienen mucho que ver). Es muy posible que aquellas personas
que sepan resolver acertijos de cierta complejidad tengan un sentido del
humor muy desarrollado. A la hora de medir la inteligencia, más allá de las
consabidas pruebas de Cociente Intelectual, es típico el utilizar acertijos
de dificultad creciente en los que se valora si la persona es capaz de ir progresando.
Bajo este prisma, la lógica es que quienes resuelven los más complejos serán
personas muy divertidas. Pues probémoslo de forma práctica resolviendo estos
acertijos:
-
Una madre manda a su hijo al río para que le traiga
exactamente 3 litros de agua. Para ello le da un bote de 4 litros y otro de 9
litros. Cómo puede medir el niño con exactitud los tres litros sirviéndose
únicamente de los dos botes.
-
Hay un árbol con 9 pájaros y 1 cazador que tira 2
tiros al árbol. Cuántos pájaros quedan en el árbol.
-
Cuántas veces puede restarse el número 1 del número
1.111.
Una vez planteados estos problemas pasaremos al
humor. Tirando de chistes psicológicos podemos buscar
algo que pueda hacernos reír. Tras una gran entrevista clínica llegas a la
conclusión de que la persona que tienes delante es un hipocondríaco y de
repente te responde: “Si es la única
enfermedad que no tengo”. A lo mejor este chiste no es muy gracioso, pues
probemos con otro algo más directo: “Cómo
se dice psicoanalista en japonés: - Sakudo
Tukoko”… Lo sé, quizá es el momento de parar y asumir que si quien
escribe estos chistes ha resuelto los acertijos es porque venían con solución.
En todo caso, se han planteado tres chistes
inocentes incidiendo en la ironía (una de las claves del humor) en la
necesaria frase que finalizaba este amago de oda humorística. Por
cierto, el primer problema se soluciona llenando el bote de 4 litros tres
veces y vaciándolo después en el de 9 litros. Al tercer intento de llenado
del bote de 9 litros nos quedará uno en el de 4 litros. Lo de los pájaros
tiene una solución ingeniosa, ya que es posible que la mala puntería haga que
todos salgan volando y no quede ninguno. Por último, no menos picaresca es la
solución al tema de la sustracción seriada, ya que una vez restes 1 de 1.111
no podrás volver a restarlo nunca más de ese número, sino de 1.110, 1.109…
Humor e inteligencia
El humor supone una condición propia del ser humano
que se manifiesta en diversas formas y ante otras tantas circunstancias.
Podemos distinguir diversos tipos de humor como el humor absurdo (situaciones
disparatadas), humor blanco (sin obscenidades), humor hacker (expertos en informática), humor crudo (efectivo, original
y contundente para situaciones que
provocan dolor o vergüenza en quienes las protagonizan), humor negro (similar
al anterior pero que divierte con cuestiones relacionadas con la muerte y/o
conceptos asociados), humor seco (sin variación de emociones o lenguaje
corporal, con solemnidad y tranquilidad imperturbable), humor verde (recurre
a la sexualidad) o humor duro (chiste con cierta brutalidad al ridiculizar un
concepto y/o persona).
La relación entre humor e inteligencia ha sido
mostrada en diversos estudios. Así, se ha encontrado con cierta consistencia
que las personas que tienen mayores
índices de inteligencia tienen un elevado sentido del humor. En otras
palabras, quienes tienen mayor cociente intelectual son capaces de poder
redefinir lo negativo, clasificándolo como positivo o, de una manera
alternativa, quienes saben reírse de sus desgracias son aquellos con mayor
capacidad para resolver problemas.
Por tanto, parece que tener un buen sentido del
humor es sinónimo de inteligencia y, a partir de ello, hay otras
connotaciones positivas (abordables en otro artículo) como la de mejorar la
salud (a través de estimular el sistema inmune) y, por tanto, favorecer una
eventual mayor longevidad. Y es que ya lo decía Aristóteles “la risa es un
ejercicio valioso para la salud” y, para qué engañarnos, de qué serviría
ser ingenioso si no se logra una inteligente y sana diversión.
¿Qué te parece la relación establecida
entre inteligencia y humor? ¿Te interesan otras preguntas de esta temática
aptitudinal?
Bibliografía
Huizinga, J. (2008). Homo ludens. El juego y la cultura. Madrid: F. C. E.
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martes, 13 de diciembre de 2016
Me parto de la risa con tu inteligencia
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