jueves, 16 de marzo de 2017

Experiencias alumnos CEDE que han conseguido plaza Convocatoria 2016. Natalia Rojo Tejero


“Retomando el rumbo”

Natalia Rojo Tejero 
Puesto nº 49; Convocatoria 2016.
Expediente: 1.52
Aciertos: 199, Fallos: 16, Sin contestar: 10

Los antecedentes:
Todavía recuerdo las palabras de un profesor de la facultad: “¿Por qué nos quejamos del PIR? Ha sido un reconocimiento que la Psicología Clínica necesitaba.” Aquellas siglas imponían bastante, significaban una mezcla de ilusión, de reto y de miedo, y un paso por el que debería pasar si quería ser una psicóloga clínica.

Cuando comencé la licenciatura en Psicología ya tenía claro que quería dedicarme a la Clínica, escogí todas las optativas ofertadas de Clínica y realicé el practicum en un gabinete de psicología de Madrid. Al finalizar la licenciatura surgieron las dudas sobre qué hacer, “¿y ahora qué? ¿Preparo el PIR? ¿Intento buscar trabajo como psicóloga? ¿estudio un posgrado?” Las personas con las que hablé me desanimaron sobre prepararme el PIR, lo plantearon como algo casi imposible, en aquel entonces el peso del expediente académico era mayor al actual y, francamente, con mi expediente lo iba a tener muy difícil. Así que ni lo intenté. Estaba satisfecha con el centro donde había realizado mis prácticas universitarias y decidí matricularme en el posgrado de Terapia de Conducta que realizaba. Al mismo tiempo encontré un trabajo que podía compaginar con el curso de posgrado, que nada tenía que ver con la psicología pero que me permitiría tener unos ingresos económicos. Terminé el curso de posgrado de 2 años de duración y de nuevo: “¿y ahora qué?”. Mantuve el trabajo y me independicé junto a mi pareja. Durante unos 3 años busqué trabajo como psicóloga y no tuve éxito. Seguí haciendo cursos breves de formación en clínica. Iba pasando el tiempo y sentía que me apartaba de mi deseo de dedicarme a la psicología clínica. Hacía ya tiempo había abandonado la idea del PIR y no había vuelto a planteármelo. 

Pensé en preparar unas oposiciones (prevención de riesgos laborales, prisiones, orientadora escolar...) Pero, ¡un momento!, yo quería ser psicóloga clínica. Visité la web de CEDE, vi que el peso del expediente había disminuido hacía ya unas cuantas convocatorias y comprobé que personas con mi baremo o incluso inferiores al mío habían conseguido su plaza de residente. Y así fue como dos semanas antes de comenzar el curso presencial de septiembre de 2015, y a punto de cumplir los 30 años, me matriculé en CEDE.

La preparación:
Nada más comenzar el curso de septiembre supe que había tomado dos decisiones correctas: en primer lugar, decidir preparar el PIR, y en segundo lugar, hacerlo en CEDE. Sus materiales de estudio me parecen muy buenos, hay una buena selección en los manuales, están actualizados, con indicaciones al principio de los temas que resultan de utilidad a la hora de no perder de vista lo más relevante. Me gustaron los resúmenes, la accesibilidad y la ayuda de l@s profesor@s, los exámenes de convocatorias anteriores comentados, la organización de las clases... Por otro lado, las clases presenciales proporcionaban la posibilidad de conocer a otras personas que se encontraban en la misma situación y establecer con ellas relaciones de apoyo en este viaje.

En mi primera convocatoria, la de 2015, intenté seguir el ritmo de las clases pero enseguida me retrasé, trabajaba de lunes a viernes 6 horas al día y por las tardes iba a la academia 3 días por semana. Realmente disponía de dos tardes a la semana y del fin de semana para estudiar. Estudiaba en casa, acondicioné una habitación para el estudio y para tener todos los materiales bien organizados. Las dos tardes a la semana que no tenía clase, comía, descansaba una hora y estudiaba unas 6 horas con dos descansos de 20 minutos cada uno. Los fines de semana los dedicaba a estudiar todo el día, a veces 12 horas, si tenía fuerzas, hasta 14 horas haciendo breves pausas. No descansé ni un sólo día desde el 1 de septiembre hasta el día del examen, únicamente la mañana del día de Año Nuevo no estudié. En la academia, con toda la razón, nos insistían en realizar descansos semanales, yo estaba de acuerdo en lo fundamental que era descansar pero por otro lado había tanto que estudiar, tan poco tiempo y sentía tantas ganas de conseguirlo que me vi capaz de aguantar así durante 5 meses. Estaba agotada pero a la vez entusiasmada con la idea de lograr una plaza, después de mucho tiempo tenía un objetivo importante por el que luchar. 

Tenía el convencimiento de que lo iba a conseguir, sospechaba que en aquella convocatoria no sería pero me planteé muy en serio el estudio desde el primer momento y estudié como si la fuera a conseguir ese año. Mi método de estudio fue el siguiente: seguí el mismo orden de las asignaturas que habíamos seguido en la academia. A la vez que leía el manual completaba el resumen de CEDE aprovechando cada espacio y cada renglón libre, subrayaba en rojo las cuestiones preguntadas anteriormente para a la hora de repasar tenerlas bien resaltadas, incluso incluía algunas preguntas textualmente. Una vez terminado un tema, hacía todas las preguntas de convocatorias anteriores. Me dio tiempo a leer todos los manuales excepto el de Psicobiología y el de Psicología Social y a repasar todas las asignaturas que me había estudiado salvo Psicología Básica. Me presenté al examen con esas dos asignaturas sin preparar, confiaba en poder salvar alguna pregunta con lo que había aprendido en clase, y sin poder repasar Psicología Básica. Quedé en el puesto 403 con 195 aciertos, 26 fallos y 4 sin contestar. Sin plaza pero muy satisfecha con el resultado, sentí mucha motivación para intentarlo de nuevo de una forma más sosegada y habiendo recorrido buena parte del camino.

Segundo intento:
Después del examen me tomé un descanso de 2 meses y medio hasta que retomé de nuevo el estudio. Este año decidí matricularme en el curso presencial de los sábados porque veía necesario seguir asistiendo a la academia pero quería tener más tiempo para estudiar en casa y poder tener algo de vida social. Conseguí seguir más o menos el ritmo de las clases, estudiaba durante la semana lo que veríamos en clase el sábado. A finales de julio decidí dejar mi trabajo y dedicarme exclusivamente a estudiar. Me tomé 12 días de vacaciones en verano y seguí con mi plan de estudio. Los días se convirtieron en una sucesión de páginas leídas, temas estudiados, preguntas de convocatoria contestadas y asignaturas “terminadas”. Estudiaba una media de 9 horas diarias, a partir de noviembre había días que aumenté a 10 horas. Intentaba descansar un día a la semana, a veces descansaba dos tardes o el domingo entero, los últimos meses había semanas que sólo descansaba la tarde del domingo. En esta segunda ocasión volví a leerme la mayoría de los manuales y a estudiar a fondo los resúmenes que ya tenía completados, hice los exámenes de área de la mayoría de asignaturas y realicé mis propios esquemas sobre aspectos concretos que quería tener más claros. No amplié con otros manuales y me limité al material de CEDE. Diciembre y Enero los dediqué a dar un repaso en profundidad de los resúmenes de las 12 asignaturas y a hacer todas la preguntas de convocatorias anteriores.
Esta vez sí, conseguí la plaza.

Comentarios:
Os animo a todas/os a que luchéis por vuestra plaza, implica un gran esfuerzo personal y renunciar temporalmente a algunos aspectos de la vida. La preparación del PIR es una experiencia de aprendizaje académico y también personal. Aparecerán estados transitorios de desánimo, de agobio, de duda... pero no hay que dejarse llevar por ellos, hay que tener clara la meta y aún con esos sentimientos seguir adelante, se pasarán. En esos momentos de desánimo a mí me ayudaba visualizarme frente al paciente en una consulta del hospital en el que haría la futura residencia. No hay recetas maestras, pero sí un ingrediente esencial: las ganas y el convencimiento de que se es capaz de conseguirlo. Como estudiantes nos conocemos y sabemos qué cosas, métodos, formas de estudio, modos de organización, etc. funcionan en nosotros y cuáles no. No existe una única forma de preparar el PIR.

He querido hablar del contexto previo en el que decidí preparar el PIR porque, aunque muchas personas que lo deciden están recién graduadas y tienen bastante claro que lo van a hacer, otras personas por diversas razones no han seguido un camino recto y directo a esa opción sino que han titubeado, por momentos se han alejado del camino, han explorado otras alternativas de ruta, han tenido circunstancias personales que no se lo han permitido o, simplemente, no han estado bien asesoradas. A esas personas les quiero decir que no se preocupen por no haber seguido el camino más normativo o no ser el estudiante prototípico del PIR (si es que lo hay) y que esas circunstancias no frenen la intención de intentarlo. Nunca es tarde. Finalmente, quiero dar las gracias a mi familia y a mi novio, que han confiado en mí y me han apoyado de todas las formas posibles, a mis amig@s y a mis compañer@s de CEDE, Isa y Diego.



No hay comentarios:

Publicar un comentario