Por Dr. Juan Jesús Muñoz García, Profesor de Psicología Clínica de CeDe
Cuando Pedro ingresó en este dispositivo
debido a la gravedad de su enfermedad mental presentaba una serie de factores
de riesgo o problemas que contribuían a un mal pronóstico terapéutico:
- Relaciones familiares deterioradas con sus padres y hermanas- Desocupación y abulia.- Soledad.- Exceso de normas en el hogar y estilo educativo sobreprotector así como punitivo.- Expectativas elevadas e irracionales propias respecto a su proceso de recuperación.- Reticencia a los tratamientos farmacológicos con crítica desmedida de los mismos.
En el polo opuesto estarían los
llamados factores de protección frente a una descompensación psicótica y/o
recaída en la esquizofrenia y que preconizaban la posibilidad de un
buen pronóstico terapéutico:
- Tener una propiedad privada (piso) a su nombre que le habían logrado comprar sus padres.- La buena adaptación que mostró al ingreso, independientemente de los problemas de conducta que presentaba en su hogar.- La escasa repercusión funcional de la sintomatología psicótica a excepción de la apatía y abulia.- El buen conocimiento de los fármacos antipsicóticos que presentaba pese a sus reticencias a los mismos y el óptimo insight y adecuación en su toma.- Su facilidad para comunicar cambios y/o alteraciones psicopatológicas confiando en los profesionales que le rodeaban.
A partir de estas variables, se diseñó un Plan
Individualizado de Rehabilitación (PIR) que tenía la finalidad de
reinsertar a Pedro en el medio natural. La existencia de esta
forma de intervención tiene que ver con diversos cambios que se dieron en el
modelo de atención a las enfermedades mentales graves y duraderas en relación a
una Reforma en la Psiquiatría Española que comenzó en el año 1986
a través de fomentar la creación de un marco de atención a la persona con
enfermedad mental grave y duradera.
El objetivo final del PIR Pedro era su
reinserción en un dispositivo comunitario del tipo de un piso tutelado. Como
aspecto más urgente a intervenir, en la evaluación inicial, se consideró
necesario motivar para la consecución del anterior objetivo ya que ni siquiera
lo contemplaba como apetecible. Referente a los objetivos específicos de su
proceso rehabilitador, se plantearon los siguientes, dándose la responsabilidad
de su cumplimiento a diferentes profesionales:
- Estabilización psicopatológica a través de la reducción de su sintomatología.- Aumento de la motivación hacia la rehabilitación.- Lograr un insight adecuado que permitiese comprender al paciente la necesidad de tratamiento psicofarmacológico con la menor supervisión posible.- Motivación del paciente en el desarrollo de una actividad ocupacional e implementación de la misma.- Génesis de una red social mayor a través del fomento de la integración socio-comunitaria.- Mejora de su capacidad de afrontamiento del estrés y entrenamiento en habilidades sociales complejas.- Entrenamiento para una vida autónoma.
En resumen, la consecución de los objetivos se
realizó a través de la implementación de terapias individuales y grupales
(educación para la salud, psicomotricidad, psicoeducación, psicoterapia
cognitivo-conductual, autocontrol, lavado y plancha, cocina…) durante un período
de unos tres años. Conforme se iban cumpliendo unos objetivos se pasaba a
otros que implicaban mayor autonomía hasta que pudo prepararse a Pedro
para un plus de autonomía que permitiese su reintegración en la sociedad. Se
profundizó en sus habilidades de limpieza, cocina, planificación del gasto,
gestión del tiempo libre, relaciones con otros compañeros (un total de cinco)
así como otros aspectos relacionados con su integración social y comunitaria.
Del mismo modo, complementario a terapias psicoeducativas propias de la fase
previa de intervención, se entrenó al paciente en la autoadministración de
medicación y control de otras variables somáticas (p. e.: controles de
glucemia).
El resultado final de todas las terapias
(farmacológicas y psicosociales) produjo una situación actual en la que Pedro
vive en un piso tutelado. Su proceso rehabilitador se ha concretado en
diferentes acciones que han permitido que pese a su internamiento inicial por un
plazo indeterminado, haya podido reincorporarse al medio externo.
En su nuevo domicilio cuenta con
supervisión durante un período de máximo de una hora semanal
(distribuida en dos visitas) por parte de un profesional del ámbito social.
Acude de forma regular a un Centro de Día (dispositivo social comunitario) donde
pese a un periodo de reticencias iniciales ha logrado integrarse desarrollando
tareas que le resultan satisfactorias.
Por otro lado, es absolutamente autónomo para la
toma de medicación y muestra claros indicadores de conciencia de enfermedad en
el sentido de mostrar buen conocimiento y adherencia a los fármacos.
Referente a su autonomía, es absolutamente
independiente y realiza adecuadamente todas las tareas y actividades necesarias
para llevar una vida autónoma. En el ámbito relacional también se han
producido mejorías, entablando una buena amistad con alguno de sus compañeros
del piso tutelado.
Por último, los niveles de satisfacción subjetiva
de Pedro son elevados y se muestra muy agradecido por los
progresos de su caso y por el trabajo rehabilitador que se ha realizado.
A modo de conclusión, si bien este caso es una
ficción, bien pudiera ser el camino de muchas personas que, afectadas por una
enfermedad mental grave y duradera como la esquizofrenia, logran la
posibilidad de una vida lo más normalizada posible. Sólo con el
esfuerzo conjunto de todos los estamentos de la sociedad se pueden paliar las
devastadoras consecuencias de la enfermedad.
Continuará…
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