Momento en que sabes que una de esas plazas
es tuya y momentos posteriores
de decisión de hospital y adjudicación del mismo.
de decisión de hospital y adjudicación del mismo.
No
es la primera vez que comparto mi experiencia con vosotros compañeros, pero
hasta la fecha todo había sido preparación de estudio, métodos, recursos
utilizados, sensación de exámenes, constancia…etc., por suerte y al fin, puedo
contaros algo más, no menos interesante pero sí seguro, ¡más emocionante! Y es,
el momento soñado, ese momento en el que piensas tantas noches y tantas mañanas
al levantarte para concienciarte de que ese día valdrá la pena porque este
momento llegará; sí, el momento en el que te llega el correo y ves que tu
nombre, apellidos y DNI están vinculados a un número de orden inferior al
número de plazas convocadas. Miedo y alegría se unen porque puede haber un
error pero puede que eso que ves, sea cierto, y por ello hayas conseguido tu
sueño, así que lo miras todo con lupa no una ni dos veces, si no unas cuantas,
y evidentemente como no estás sólo en ese momento, corroboras con otros “observadores”
la fiabilidad del mismo y una vez ya
consideras que sí, que es verdad, que estas dentro, en mi caso la palabra más repetida fue “Bua Bua
Bua Bua” Madre Mia!! Qué sí qué sí! (Estos
dos, tres minutos los recuerdo como los más emocionantes de mi vida, hasta la
fecha)
Besos
y abrazos te inundan te pasan por la cabeza millones de cosas; ¡es un éxtasis! Además
de no saber muy bien qué hacer ni qué decir en ese momento, tienes la piel de
gallina, el estómago cerrado y las horas de vigilia aumentan considerablemente
durante unos días, con ello os quiero decir que me costaba comer y por supuesto
dormir, pero las ojeras del día siguiente…ni me las tapaba, eran “ojeras de
satisfacción”. Cierto es que la
disminución del apetito me duró poco (se convierte en incompatible con el
montón de celebraciones que te pegas), pero lo del sueño llegó al punto de casi
preocuparme porque la verdad es que me costaba muchísimo conciliarlo… aunque tenía
claro que era porque no podía dejar de pensar en lo que estaba pasando, y como
todos sabemos…resulta complicado conciliarlo si no paras de “darle al coco”.
Dar
la noticia a amigos, antiguos compañeros de piso, familia, que tu familia
también lo pregone (hay que asumirlo, lo harán…) es tan satisfactorio... Ir por
la calle andando y que, al ser de un pueblo, te den la enhorabuena...a veces,
me sentía embarazada aunque sin llegar a niveles de pseudociesis, no os alarméis. Di la noticia en mi trabajo pero
decidí no dejarlo hasta pocos días antes de la incorporación (trabajaba de
psicóloga), lo que si hice es cogerme las vacaciones para comenzar el “tour
PIR” (más abajo entenderéis el porqué de esta nomenclatura).
Los momentos, días y semanas posteriores a la
noticia pasan por, entre otras cosas, numerosas llamadas a la academia para
asesorarte de todo lo que viene ahora, que esto sí, es completamente
desconocido, ahora no habrá manuales que valgan, ahora eres tú el que debe ir
“moviendo ficha”. Mi academia Cede, me asesoró y respondió, como siempre, a la
infinidad de llamadas o correos que pude hacer para preguntarles dudas sobre el
proceso que venía ahora. “Básicamente” y pongo esta palabra entre comillas
porque parece básico pero no lo es, iba a ser ESCOGER hospital, escoger claro,
porque mi número de orden me lo permitía, tuve el mejor noveno examen pero por
expediente (1,9) me fui al puesto 21, una posición que me permitía la
posibilidad de escoger entre hospitales que podían ser de mi interés.
Escoger
es algo que evidentemente, pues ni te planteas, sí que cuando piensas en el
PIR, te visualizas en el hospital y probablemente si tienes una estabilidad
personal o una situación familiar por la cual no decides desplazarte de tu
lugar de residencia pues seguramente ese hospital donde te visualices sea el de
tu propia ciudad, pero ese caso no fue el mío y ahora os explico. Te encuentras
con que tienes que valorar varias cosas; destino, hospital y preferencias
personales… Recién sucedida una ruptura sentimental, sin ligámenes de ningún
tipo y con la ambición personal que tengo de conocer mundo, personas y maneras
de vivir (que aunque dentro de España las hay muy diferentes), mi mayor problema
fue decidir el destino; me planteé Madrid y Andalucía como primeras opciones; Comunidad
Valenciana y Baleares también tenían muchos puntos, lo que descarté desde el primer
momento fue Cataluña.
A
priori el destino estaba muy claro, Madrid era mi primera opción así que cogí
las vacaciones en mi trabajo haciéndolas coincidir con los días de puertas
abiertas que había en Madrid y planee la visita a la ciudad. El plan fue: billete
de AVE (sólo ida, por si acaso), lugar para dormir, organización de visitas a
hospitales, quedadas con compañeros PIR y lo que ello conllevaba…Diversión,
nuevas amistades, contagio de alegría y emoción al igual que de dudas e
incertidumbre. En un par de días visité ocho hospitales, al tercer día de estar
en Madrid una compañera me propuso si quería ir a las puertas abiertas de
Zaragoza, pensé que sería buena opción así que subí con ella para Zaragoza. Los
hospitales de la ciudad aragonesa me encantaron; las rotaciones que se hacían,
al ambiente que transmitieron los residentes. ¡Vaya dilema me generó!
De
un lunes de finales de Marzo que bajé para Madrid, llegué un Viernes a mi casa
LLENA de dudas. Ese fin de semana decidí pasarlo “en cuarentena”, ya que había
estado fuera todos esos días y llegué no solo cansada si no que algo agobiada
porque “no sabía por dónde tirar” para la elección; tenía muchas dudas y en ninguna
de las dos ciudades había tenido la sensación de decir “tiene que ser aquí”. Decidí
no moverme, tomarme esos dos días para estar tranquila, relajada y pensar en
toda la información que había recopilado y qué hacer con ella, qué contemplar e
intentar tomar una decisión en lo que se refería a mi primera opción de
hospital y por ello, de ciudad.
Los
hospitales que había visitado me encantaban pero me faltaba algo, sentía que si
me quedaba en una de esas ciudades la decisión no sería “plena”. Me encanta la
playa, la montaña, tener al abasto parajes de naturaleza donde sin mucha
complicación poder acceder un día por la tarde al salir del hospital; veía
complicado ir a la playa después de trabajar en Madrid o Zaragoza, básicamente,
y la sensación de falta de plenitud venía de ahí. Entonces decidí informarme de
Valencia y Baleares. Una vez recopilada información de hospitales de estas
otras dos comunidades tenía seriamente que tomar una decisión. Los días pasan,
compañeros que están en posiciones más atrás que la tuya se inquietan por saber
que “les quedará” y yo hecha un echa un lío serio, porque mi preferencia que
era Madrid, después de estar allí se había descuadrado totalmente así que
tocaba reubicar y considerar alternativas.
Parecía
no tan complicado el PIR después de conseguir la plaza pero el hecho de poder
“escoger” sí, es una gran ventaja y una gran suerte pero en mi caso fue un poco
“desespero”; cuando no tienes ninguna atadura, que no te importa bajar a
Sevilla como quedarte en Zaragoza y que te gustan tantas cosas de diferentes
sitios… Vas a tener que vivir como mínimo cuatro años en esa ciudad, y evidentemente
tu vida personal también avanza por lo que debes contemplar también para la
elección del hospital, preferencias personales. No tiene sentido ir a un
hospital que “es prestigioso” y parece ser “el mejor” si está en una ciudad que
sientes que te van a faltar “cosas” por
ejemplo, la costa. Como todo en la vida no se puede tener, teniendo en cuenta
lo anterior, y siendo que Valencia y Baleares por el tema de rotaciones se me
quedaba algo flojo, como última opción decidí informarme por hospitales de
Cataluña, Barcelona y Girona. Conocía ambas ciudades, son preciosas, pero en un principio las había
descartado porque no me apetecía volver a Barcelona (yo estudié allí tres de
los cuatro años del grado, el otro en Sevilla) y sentí que qué mejor
oportunidad que con un PIR debajo del brazo para conocer otra gran ciudad.
Y
ahora viene lo bueno, terminó siendo mi primera opción de la lista un hospital
de Barcelona el cual se me adjudicó. Sí, enserio, una opción muy descartada, en
un principio. Pues hoy en día ya vivo en la ciudad de Barcelona, en un barrio
que me encanta, tengo la playa a escasas paradas en metro desde mi casa y el
hospital a un par, estoy feliz con mi decisión y volvería a tomarla una y mil
veces. El hecho de quedarme en Barcelona no ha conllevado hacer la residencia
en un hospital “peor”, seré residente del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona. A
escasas horas de mi incorporación puedo deciros que siento que aquí sí, este es
el lugar y me siento plena con mi decisión.
Con
todo ello os quiero decir, que no cometáis el error que estaba cometiendo yo,
no todo es el hospital, es bueno no tener ninguna atadura en el caso de que “te
toque donde te toque”, si es así, no va a haber problema pero si se puede
escoger y una de las primeras opciones va a ser casi seguro que te toque os
daría el consejo, después de mi experiencia, de que lo hagáis pensándolo todo…
Todos buscamos la felicidad, el PIR da mucha felicidad pero cuando consigues
plaza como os he dicho, tienes que ser tú quien “mueva ficha” y ello implica decidir
dónde ir, así que os diría que tengáis en cuenta estas tres cosas: Hospital, ciudad
y preferencias personales. Intentar cuadrar estos tres vértices será
determinante para vuestra decisión.
Después
de esto, os dejo presentando a Laura, compañera que va a comenzar su residencia
en el Clínico San Carlos de Madrid, os va a contar su experiencia sobre esos
primeros días del hospital. Yo en unos días sigo contándoos sobre rotaciones y
más.
Un saludo a tod@s y gracias por leernos. Ánimo y fuerza. ¡Es posible!
A veces queremos correr más que nuestros
pensamientos incluso que nuestros propios sentimientos, pero el destino se
adelanta, se nos presenta escrito y contra eso no se puede luchar.
Gracias.
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