viernes, 26 de mayo de 2017

“No desperté y el sueño se hizo realidad”


Momento en que sabes que una de esas plazas es tuya y momentos posteriores
 de decisión de hospital y adjudicación del mismo.

No es la primera vez que comparto mi experiencia con vosotros compañeros, pero hasta la fecha todo había sido preparación de estudio, métodos, recursos utilizados, sensación de exámenes, constancia…etc., por suerte y al fin, puedo contaros algo más, no menos interesante pero sí seguro, ¡más emocionante! Y es, el momento soñado, ese momento en el que piensas tantas noches y tantas mañanas al levantarte para concienciarte de que ese día valdrá la pena porque este momento llegará; sí, el momento en el que te llega el correo y ves que tu nombre, apellidos y DNI están vinculados a un número de orden inferior al número de plazas convocadas. Miedo y alegría se unen porque puede haber un error pero puede que eso que ves, sea cierto, y por ello hayas conseguido tu sueño, así que lo miras todo con lupa no una ni dos veces, si no unas cuantas, y evidentemente como no estás sólo en ese momento, corroboras con otros “observadores” la fiabilidad del mismo y una vez ya  consideras que sí, que es verdad, que estas dentro, en  mi caso la palabra más repetida fue “Bua Bua Bua Bua” Madre Mia!!  Qué sí qué sí! (Estos dos, tres minutos los recuerdo como los más emocionantes de mi vida, hasta la fecha)

Besos y abrazos te inundan te pasan por la cabeza millones de cosas; ¡es un éxtasis! Además de no saber muy bien qué hacer ni qué decir en ese momento, tienes la piel de gallina, el estómago cerrado y las horas de vigilia aumentan considerablemente durante unos días, con ello os quiero decir que me costaba comer y por supuesto dormir, pero las ojeras del día siguiente…ni me las tapaba, eran “ojeras de satisfacción”.  Cierto es que la disminución del apetito me duró poco (se convierte en incompatible con el montón de celebraciones que te pegas), pero lo del sueño llegó al punto de casi preocuparme porque la verdad es que me costaba muchísimo conciliarlo… aunque tenía claro que era porque no podía dejar de pensar en lo que estaba pasando, y como todos sabemos…resulta complicado conciliarlo si no paras de “darle al coco”.

Dar la noticia a amigos, antiguos compañeros de piso, familia, que tu familia también lo pregone (hay que asumirlo, lo harán…) es tan satisfactorio... Ir por la calle andando y que, al ser de un pueblo, te den la enhorabuena...a veces, me sentía embarazada aunque sin llegar a niveles de pseudociesis, no os alarméis. Di la noticia en mi trabajo pero decidí no dejarlo hasta pocos días antes de la incorporación (trabajaba de psicóloga), lo que si hice es cogerme las vacaciones para comenzar el “tour PIR” (más abajo entenderéis el porqué de esta nomenclatura).

 Los momentos, días y semanas posteriores a la noticia pasan por, entre otras cosas, numerosas llamadas a la academia para asesorarte de todo lo que viene ahora, que esto sí, es completamente desconocido, ahora no habrá manuales que valgan, ahora eres tú el que debe ir “moviendo ficha”. Mi academia Cede, me asesoró y respondió, como siempre, a la infinidad de llamadas o correos que pude hacer para preguntarles dudas sobre el proceso que venía ahora. “Básicamente” y pongo esta palabra entre comillas porque parece básico pero no lo es, iba a ser ESCOGER hospital, escoger claro, porque mi número de orden me lo permitía, tuve el mejor noveno examen pero por expediente (1,9) me fui al puesto 21, una posición que me permitía la posibilidad de escoger entre hospitales que podían ser de mi interés.

Escoger es algo que evidentemente, pues ni te planteas, sí que cuando piensas en el PIR, te visualizas en el hospital y probablemente si tienes una estabilidad personal o una situación familiar por la cual no decides desplazarte de tu lugar de residencia pues seguramente ese hospital donde te visualices sea el de tu propia ciudad, pero ese caso no fue el mío y ahora os explico. Te encuentras con que tienes que valorar varias cosas; destino, hospital y preferencias personales… Recién sucedida una ruptura sentimental, sin ligámenes de ningún tipo y con la ambición personal que tengo de conocer mundo, personas y maneras de vivir (que aunque dentro de España las hay muy diferentes), mi mayor problema fue decidir el destino; me planteé Madrid y Andalucía como primeras opciones; Comunidad Valenciana y Baleares también tenían muchos puntos, lo que descarté desde el primer momento fue Cataluña.

A priori el destino estaba muy claro, Madrid era mi primera opción así que cogí las vacaciones en mi trabajo haciéndolas coincidir con los días de puertas abiertas que había en Madrid y planee la visita a la ciudad. El plan fue: billete de AVE (sólo ida, por si acaso), lugar para dormir, organización de visitas a hospitales, quedadas con compañeros PIR y lo que ello conllevaba…Diversión, nuevas amistades, contagio de alegría y emoción al igual que de dudas e incertidumbre. En un par de días visité ocho hospitales, al tercer día de estar en Madrid una compañera me propuso si quería ir a las puertas abiertas de Zaragoza, pensé que sería buena opción así que subí con ella para Zaragoza. Los hospitales de la ciudad aragonesa me encantaron; las rotaciones que se hacían, al ambiente que transmitieron los residentes. ¡Vaya dilema me generó!

De un lunes de finales de Marzo que bajé para Madrid, llegué un Viernes a mi casa LLENA de dudas. Ese fin de semana decidí pasarlo “en cuarentena”, ya que había estado fuera todos esos días y llegué no solo cansada si no que algo agobiada porque “no sabía por dónde tirar” para la elección; tenía muchas dudas y en ninguna de las dos ciudades había tenido la sensación de decir “tiene que ser aquí”. Decidí no moverme, tomarme esos dos días para estar tranquila, relajada y pensar en toda la información que había recopilado y qué hacer con ella, qué contemplar e intentar tomar una decisión en lo que se refería a mi primera opción de hospital y por ello, de ciudad.

Los hospitales que había visitado me encantaban pero me faltaba algo, sentía que si me quedaba en una de esas ciudades la decisión no sería “plena”. Me encanta la playa, la montaña, tener al abasto parajes de naturaleza donde sin mucha complicación poder acceder un día por la tarde al salir del hospital; veía complicado ir a la playa después de trabajar en Madrid o Zaragoza, básicamente, y la sensación de falta de plenitud venía de ahí. Entonces decidí informarme de Valencia y Baleares. Una vez recopilada información de hospitales de estas otras dos comunidades tenía seriamente que tomar una decisión. Los días pasan, compañeros que están en posiciones más atrás que la tuya se inquietan por saber que “les quedará” y yo hecha un echa un lío serio, porque mi preferencia que era Madrid, después de estar allí se había descuadrado totalmente así que tocaba reubicar y considerar alternativas.

Parecía no tan complicado el PIR después de conseguir la plaza pero el hecho de poder “escoger” sí, es una gran ventaja y una gran suerte pero en mi caso fue un poco “desespero”; cuando no tienes ninguna atadura, que no te importa bajar a Sevilla como quedarte en Zaragoza y que te gustan tantas cosas de diferentes sitios… Vas a tener que vivir como mínimo cuatro años en esa ciudad, y evidentemente tu vida personal también avanza por lo que debes contemplar también para la elección del hospital, preferencias personales. No tiene sentido ir a un hospital que “es prestigioso” y parece ser “el mejor” si está en una ciudad que sientes que te van a faltar “cosas”  por ejemplo, la costa. Como todo en la vida no se puede tener, teniendo en cuenta lo anterior, y siendo que Valencia y Baleares por el tema de rotaciones se me quedaba algo flojo, como última opción decidí informarme por hospitales de Cataluña, Barcelona y Girona. Conocía ambas ciudades, son  preciosas, pero en un principio las había descartado porque no me apetecía volver a Barcelona (yo estudié allí tres de los cuatro años del grado, el otro en Sevilla) y sentí que qué mejor oportunidad que con un PIR debajo del brazo para conocer otra gran ciudad.

Y ahora viene lo bueno, terminó siendo mi primera opción de la lista un hospital de Barcelona el cual se me adjudicó. Sí, enserio, una opción muy descartada, en un principio. Pues hoy en día ya vivo en la ciudad de Barcelona, en un barrio que me encanta, tengo la playa a escasas paradas en metro desde mi casa y el hospital a un par, estoy feliz con mi decisión y volvería a tomarla una y mil veces. El hecho de quedarme en Barcelona no ha conllevado hacer la residencia en un hospital “peor”, seré residente del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona. A escasas horas de mi incorporación puedo deciros que siento que aquí sí, este es el lugar y me siento plena con mi decisión.

Con todo ello os quiero decir, que no cometáis el error que estaba cometiendo yo, no todo es el hospital, es bueno no tener ninguna atadura en el caso de que “te toque donde te toque”, si es así, no va a haber problema pero si se puede escoger y una de las primeras opciones va a ser casi seguro que te toque os daría el consejo, después de mi experiencia, de que lo hagáis pensándolo todo… Todos buscamos la felicidad, el PIR da mucha felicidad pero cuando consigues plaza como os he dicho, tienes que ser tú quien “mueva ficha” y ello implica decidir dónde ir, así que os diría que tengáis en cuenta estas tres cosas: Hospital, ciudad y preferencias personales. Intentar cuadrar estos tres vértices será determinante para vuestra decisión.

Después de esto, os dejo presentando a Laura, compañera que va a comenzar su residencia en el Clínico San Carlos de Madrid, os va a contar su experiencia sobre esos primeros días del hospital. Yo en unos días sigo contándoos sobre rotaciones y más. 
Un saludo a tod@s y gracias por leernos. Ánimo y fuerza. ¡Es posible!


A veces queremos correr más que nuestros pensamientos incluso que nuestros propios sentimientos, pero el destino se adelanta, se nos presenta escrito y contra eso no se puede luchar.
Gracias.


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