miércoles, 23 de marzo de 2016

Todo nuestro apoyo a los familiares de las víctimas del atentado de Bruselas.

En esta entrevista conocemos cómo trabajan y  la importancia de los psicólogos de emergencia en catástrofes como la de ayer.


 Juan Centella López  es Licenciado en Psicología por la Universidad de Granada, cuenta con un máster en Educación y Tratamiento de Conductas Adictivas y ha colaborado desde hace años como voluntario en psicología de emergencias y catástrofes.



Buenos días Juan,  nos gustaría conocer cómo ha sido tu experiencia como psicólogo de emergencias y catástrofes, para que podamos tener una mejor idea de en qué consiste este trabajo y aclarar algunas dudas. Primero de todo, ¿qué fue lo que te movió a colaborar en este tipo de trabajo?

Fueron varias las razones por las que decidí empezar a colaborar en este campo. En primer lugar, los jóvenes de nuestra generación hemos sido testigos, al menos a distancia, de diferentes terremotos, tsunamis, huracanes, atentados terroristas y accidentes aéreos que han ocurrido por todo el mundo, nuestro país incluido. En mi caso, cada vez que veía un suceso de este tipo, en los que se ven siempre imágenes muy duras de gente sufriendo y totalmente desamparadas, me contagiaba del espíritu de los equipos de rescate y emergencias que se movilizaban desde cualquier país para prestar su ayuda de forma desinteresada. Veía que de poco servía lamentarse desde casa viéndolo por televisión. Lo importante era hacer algo, dejar de mirar y empezar a actuar, y cuanta más gente lo hiciese mejor.

En segundo lugar, durante la carrera tuvimos un profesor que era experto en este campo y durante las clases nos comentaba muchas anécdotas y experiencias personales en sus intervenciones. A partir de aquí empezó mi curiosidad sobre la Psicología de Catástrofes y Emergencias. Antes no sabía ni que existía. Comencé a leer algunos manuales por mi cuenta y conseguí tener una visión más clara y precisa de cuál es el trabajo en estas situaciones y pautas concretas de intervención.

Y por último, vi cómo desde los medios de comunicación se pasó de hablar únicamente de bomberos y médicos entre los profesionales que formaban los equipos de emergencias, a ver también la demanda de psicólogos, que se fue haciendo cada vez más frecuente. De manera que encontré que desde mi formación como psicólogo también podía ayudar profesionalmente en este tipo de situaciones y decidí probar.

¿Cuándo comenzaste en esto? ¿Durante la carrera o después de haberla terminado?

Fue después de la carrera. En ese periodo por todos conocido en el que empiezas a buscar trabajo, repartir curriculums  y no te llaman porque no tienes experiencia. Tenía tiempo libre, más que nunca, y pensé en hacerme voluntario de alguna asociación u ONG. Viendo distintas opciones encontré por casualidad que había un equipo de catástrofes y emergencias en Cruz Roja. Así que fui a la sede de mi ciudad y me hice voluntario.



¿Recibiste algún tipo de formación para trabajar como psicólogo de emergencias?  ¿En qué consistió?

Sí, en primer lugar tuve que pasar una entrevista de selección con una psicóloga y con la Jefa de Equipo. No todo el mundo es admitido para este grupo concreto.

Una vez superada la entrevista, recibí una formación básica en socorrismo y primeros auxilios. Se considera una formación mínima que debe tener cualquier miembro del equipo, sea cual sea su especialidad.

Y finalmente, un curso de primeros auxilios psicológicos impartido por una psicóloga experta. El nivel es básico, ya que hay personas dentro del grupo que no son psicólogas y también participan en las labores de apoyo psicológico.

Por otro lado, se hacen varios simulacros al año para trabajar la parte práctica, estar entrenado, detectar aspectos a mejorar, solucionar problemas que pueden darse en situaciones reales, etc.

¿Cuál dirías que es el papel del psicólogo tras una catástrofe natural o ante una emergencia humanitaria, del tipo que sea?

Es muy buena pregunta porque mucha gente me sigue diciendo, en el mejor de los casos, “¿qué les dices en una situación así?”, y en el peor “es inútil que vaya un psicólogo, porque por muchas cosas que le diga, los familiares de esas personas han muerto y no se puede hacer nada contra eso”.

Pues bien, el papel principal del psicólogo es hacer todo lo posible para que las personas que se han visto involucradas en un episodio de este tipo tengan un duelo natural y sano. Para ello es fundamental la expresión de las emociones y la asimilación cognitiva del suceso, entre otras cosas. Existen muchas pautas y técnicas para facilitar estos dos aspectos y es muy importante que se apliquen cuanto antes. De lo contrario, corremos el riesgo de que ciertas personas desarrollen un duelo patológico, con mayor probabilidad de que derive en un trastorno por estrés postraumático, haciendo que se cronifique  el problema.

Siendo este el objetivo principal, hay muchas labores que debe hacer un psicólogo de emergencias. Algunos ejemplos: orientar y acompañar a las víctimas; proporcionar apoyo, agua, alimentos y lugar de descanso; comunicar malas noticias a los familiares, intervenir sobre reacciones difíciles (respuestas desafiantes, violentas, estados de shock, etc.), normalizar la reacciones de la víctima; explicar dichas reacciones a sus familiares y la forma en la que pueden ayudar en las siguientes semanas, etc.

De todas las situaciones en las que has participado, ¿qué es lo que más te ha llamado la atención como psicólogo?

Lo que más me ha llamado la atención es el enorme respeto que tienen las personas hacia esta figura, tanto las víctimas como otros compañeros y profesionales. No lo esperaba. Fue una sorpresa ver lo importante que era mi opinión para la toma de decisiones en muchas cuestiones.

Mientras colaborabas como psicólogo de emergencias, ¿has estado expuesto a alguna situación de riesgo potencial?

No, nunca estamos expuestos al riesgo. Se actúa desde zonas seguras, como los centros provisionales de alojamiento. Un principio básico del socorrismo es que no puede ponerse en riesgo la vida o integridad del rescatador, de forma que siempre se trabaja bajo unos márgenes de seguridad muy amplios. Convertir a un socorrista en una víctima más es un fracaso absoluto.

¿Crees que actualmente se presta la suficiente atención a esta figura profesional?

Creo que vamos mejorando respecto a años atrás, en los que directamente no se contaba con el psicólogo de emergencias, pero todavía hay mucho que mejorar. Hay que tener en cuenta que en un accidente o catástrofe las personas afectadas no son únicamente las que estaban allí presentes, también sus familiares que reciben la trágica noticia, después de horas de búsqueda, en sitios remotos a su domicilio, etc. No tienen hemorragias ni traumatismos, pero sabemos que su salud mental si se ve afectada. Lo mismo ocurre con las propias víctimas: sus lesiones físicas en muchos casos son menores y se recuperan rápido, pero, sin embargo, pasan meses con pesadillas, ataques de ansiedad, insomnio, embotamiento afectivo, etc. Es decir, tan importante es la salud física como la mental y parece que todavía no tiene la misma categoría. Algo que es extrapolable al sistema de salud en general.

Por último, a aquellos que puedan estar interesados en formarse y trabajar en este área, ¿qué pasos les aconsejarías que dieran?


Les aconsejaría que empezaran como yo. Primero leyendo  y documentándose sobre el tema, para ver si de verdad es algo que les interesa. Si es así, probar la experiencia de formarse e intervenir desde Cruz Roja, un colegio de psicólogos o cualquier otro medio disponible en su ciudad. Si prueban y les gusta la experiencia como para dedicarse a ello, entonces aconsejaría hacer un máster y convertirse en experto. Aunque ojo, dado que las catástrofes y emergencias no suceden continuamente, es muy difícil conseguir vivir de ello. Todos los profesionales que conozco lo hacen de forma voluntaria. A veces he visto alguna oferta de trabajo para alguna misión temporal en un país extranjero desde una ONG, pero son muy escasas y los requisitos en experiencia altísimos.

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