martes, 15 de noviembre de 2016

¡No me mientas! Sabes que me daré cuenta


Por Dr. Juan Jesús Muñoz García, Profesor de Psicología Clínica de CeDe

¿Qué nos dice la investigación?
Detectar mentiras o, mejor dicho, estudiar la credibilidad, en un área de la psicología experimental en la que se han señalado en tres tipos de marcadores: psicofisiológicos, no-verbales y verbales (ver artículo para ampliar información).

Hoy nos centraremos en los llamados indicadores conductuales y, de forma más concreta, en todos los aspectos gestuales que orientan hacia la posibilidad de que alguien esté mintiendo. Titubeos, desasosiego, inquietud, incomodidad, temblores son, aparentemente, reacciones que podríamos asociar a la posibilidad de que alguien nos esté intentando engañar. De la misma manera, la incongruencia entre palabras, acciones y lenguaje corporal; el manejo de los tiempos a la hora de expresar emociones (p. e.: aglutinar un grito de sorpresa con una sonrisa ante un regalo que no nos gusta indicaría mentira, frente a gritar primero y sonreír después); expresiones, gestos y acciones no concordantes; o una expresión emocional parcial y no global (p. e.: no implicando a todos los grupos musculares de la cara sino sólo a unos pocos).

Son mucho más específicos los microgestos como las asimetrías en el posicionamiento de músculos faciales que han sido investigadas, entre otros aspectos, por sistemas como el Facial Action Coding System (FACS) diseñado por Paul Ekman y utilizado como forma de clasificación de las expresiones faciales; si bien, en el ámbito forense tiene una indudable aplicabilidad en el campo de la detección de mentiras. Pero el FACS es algo muy específico y complejo que quizá merezca otro espacio en este blog.

Detectemos mentiras mediante microgestos y/o microexpresiones
Se podría partir de un supuesto. Imagina que quieres ver si alguien te está intentando engañar. Simplemente podrías preguntar qué tal lo ha pasado la otra persona en una obra de teatro. Vamos a partir del supuesto que la persona ni tan siquiera ha estado en la obra de teatro y que, a lo sumo, ha leído la sinopsis en alguna revista o incluso comentarios y/u opiniones en una web, lo que permite que asuma como propia alguna opinión. Sin embargo, nosotros no sabemos si ha ido o no, pero tenemos sospecha que puede no haberlo hecho dado que, en otras ocasiones, se ha mostrado reacio a ir al teatro.

En primer lugar, el interrogatorio/análisis de para la credibilidad tiene que ir  “piano-piano”, si bien habrá momentos en que quien interroga será más incisivo. Así, si realizamos varias preguntas seguidas, la persona interrogada se irá poniendo algo nerviosa, aunque no hay que promover que se irrite ya que sería una excusa para cambiar de tema. Muy probablemente habrá tensión muscular en forma de “arrugas” en el corrugador (músculo de la frente) y encogimiento de hombros. En este punto haremos una pausa pero mirando a los ojos y no retrocediendo ni un ápice (mostramos autenticidad). Tras unos instantes relajamos la mirada y hacemos un ademán de apartarnos. Esto derivará en que, si está mintiendo, muestre alivio y se relaja (incluso puede resoplar).  Además de esto, la persona que miente se justifica innecesariamente, argumenta demasiado sus justificaciones, tiende a hacer inflexiones de voz en su discurso seguidas de “tragar saliva”, elude mirar fijamente a los ojos o se lleva las manos a la boca. Lo cierto es que hay muchas claves que orientan hacia la posibilidad de que nos estén engañando.

¿Te gustaría profundizar más en esta temática? Cuéntanos tus áreas de interés en el estudio de la credibilidad mediante los tres tipos de indicadores

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