Por Dr. Juan Jesús Muñoz García, Profesor de Psicología Clínica de CeDe
¿Qué nos dice la investigación?
Detectar mentiras o, mejor dicho, estudiar la
credibilidad, en un área de la psicología experimental en la que se han
señalado en tres tipos de marcadores: psicofisiológicos, no-verbales y
verbales (ver artículo para ampliar información).
Hoy nos centraremos en los llamados indicadores
conductuales y, de forma más concreta, en todos los aspectos gestuales que
orientan hacia la posibilidad de que alguien esté mintiendo. Titubeos,
desasosiego, inquietud, incomodidad, temblores son, aparentemente, reacciones
que podríamos asociar a la posibilidad de que alguien nos esté intentando
engañar. De la misma manera, la incongruencia entre palabras, acciones y
lenguaje corporal; el manejo de los tiempos a la hora de expresar emociones
(p. e.: aglutinar un grito de sorpresa con una sonrisa ante un regalo que no
nos gusta indicaría mentira, frente a gritar primero y sonreír después);
expresiones, gestos y acciones no concordantes; o una expresión emocional
parcial y no global (p. e.: no implicando a todos los grupos musculares de la
cara sino sólo a unos pocos).
Son mucho más específicos los microgestos como las
asimetrías en el posicionamiento de músculos faciales que han sido
investigadas, entre otros aspectos, por sistemas como el Facial Action Coding System (FACS) diseñado por Paul Ekman y
utilizado como forma de clasificación de las expresiones faciales; si bien,
en el ámbito forense tiene una indudable aplicabilidad en el campo de la
detección de mentiras. Pero el FACS es algo muy específico y complejo que
quizá merezca otro espacio en este blog.
Detectemos mentiras mediante microgestos
y/o microexpresiones
Se podría partir de un supuesto. Imagina que quieres
ver si alguien te está intentando engañar. Simplemente podrías preguntar qué
tal lo ha pasado la otra persona en una obra de teatro. Vamos a partir del
supuesto que la persona ni tan siquiera ha estado en la obra de teatro y que,
a lo sumo, ha leído la sinopsis en alguna revista o incluso comentarios y/u
opiniones en una web, lo que permite que asuma como propia alguna opinión.
Sin embargo, nosotros no sabemos si ha ido o no, pero tenemos sospecha que
puede no haberlo hecho dado que, en otras ocasiones, se ha mostrado reacio a
ir al teatro.
En primer lugar, el interrogatorio/análisis de para
la credibilidad tiene que ir “piano-piano”,
si bien habrá momentos en que quien interroga será más incisivo. Así, si
realizamos varias preguntas seguidas, la persona interrogada se irá poniendo
algo nerviosa, aunque no hay que promover que se irrite ya que sería una
excusa para cambiar de tema. Muy probablemente habrá tensión muscular en
forma de “arrugas” en el corrugador (músculo de la frente) y encogimiento de
hombros. En este punto haremos una pausa pero mirando a los ojos y no
retrocediendo ni un ápice (mostramos autenticidad). Tras unos instantes relajamos
la mirada y hacemos un ademán de apartarnos. Esto derivará en que, si está
mintiendo, muestre alivio y se relaja (incluso puede resoplar). Además de esto, la persona que miente se
justifica innecesariamente, argumenta demasiado sus justificaciones, tiende a
hacer inflexiones de voz en su discurso seguidas de “tragar saliva”, elude
mirar fijamente a los ojos o se lleva las manos a la boca. Lo cierto es que
hay muchas claves que orientan hacia la posibilidad de que nos estén
engañando.
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