Por Dr. Juan Jesús Muñoz García, Profesor de Psicología Clínica de CeDe
Introducción
Describir en pocas líneas algo tan aterrador como
cuáles son los rasgos y/o características de la personalidad o comportamentales
que caracterizan a un hombre que puede llegar a ejercer diferentes niveles de
violencia psicológica y/o física a su pareja, llegando incluso a provocar su
muerte, es una tarea compleja pese al volumen de investigación existente.
En primer lugar, y antes de proceder a una
introducción de la realidad sobre esta terrible situación que existe en torno
a la violencia contra la mujer –“violencia machista”- cabe señalar que, desde
la entrada en vigor de la Ley española contra la violencia de género (Ley
Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre) han muerto, a mano de sus
maridos/parejas/ex parejas, la angustiante cifra de 866 mujeres. En lo que
llevamos de 2016 han sido 40 y, desgraciadamente, en el día previo a escribir
estas líneas –realizadas en el Día Internacional de la Lucha Contra la
Violencia de Género (25 de noviembre: Asamblea General de las Naciones
Unidas/1999 a raíz del asesinato de las hermanas Mirabal en República
Dominicana por la policía del país)-, se produjo otra muerte más que incrementa
el nauseabundo e impersonal mundo de las cifras y desnuda la aparente
ineficacia de las medidas adoptadas.
Todos debemos concienciarnos de una realidad que
describe lo arcaico y desigual (en cuanto a género) de una sociedad. Sólo
huyendo de tópicos absurdos (“eso es de extranjeros”, “lo hacen los que no
tienen estudios”, “las mujeres que lo sufren pueden escapar cuando quieran”,
“a mí no me pasaría”, “no se puede hacer nada”, “ellas lo hacen igual pero no
se registran los datos”, etc.; se puede afrontar el problema desde una
perspectiva que trascienda a la triste realidad que nos dejan estas cifras
despersonalizadas pero que se traducen en un número exponencial de personas
que sufren de forma directa las consecuencias de esta lacra y en una sociedad
que corre el riesgo de inmunizarse y olvidarse de algo que, por diferentes
factores individuales, familiares y, sobre todo, sociales; deriva en que no
resulte extraño que, en nuestro país, todas las semanas haya un suceso de
violencia de género con final mortal para la una mujer. Debemos luchar con
todas nuestras armas porque esto no ocurra. Sirvan estas palabras para
introducir algo tan pequeño del problema como cuál es el perfil de los
maltratadores que, aunque huelgue decirlo, pueden maltratar a cualquier
mujer, sean cuales sean sus características.
Cómo son ellos
Tratando de evitar etiquetas holísticas pero
adoptando un enfoque pragmático, probablemente son personas que tienen una
escasa tolerancia a la frustración o al estrés (ante la mínima contrariedad
–p. e.: el mero hecho de no encontrar
algo- culpan y/o agreden psicológica –insultos, humillaciones, etc.-, en
forma de intimidaciones –amenazas, “portazos”, etc.- o incluso violencia
física directa a su pareja), celosos (muchas veces con rasgos paranoides de
la personalidad que generan situaciones como controlar las conversaciones de
su pareja, amistades, interacciones, etc.), dependientes en las relaciones
afectivas (dependencia emocional que deriva en que tiendan a humillar/reírse
de su pareja para sentirse superiores e idealizar que nunca serán
abandonados), seductores (habitualmente se muestran muy agradables con la
gente de la calle y son tiranos en el hogar –pueden hablar mal a su pareja de
alguien con quien luego ríen sólo con la finalidad de llevar a la mujer a la
soledad-), dicotómicos y ambivalentes en la expresión de emociones hacia su
pareja (tan pronto humillan como que idolatran creando un ciclo de
dependencia) y, eso sí, no tienen que estar circunscritos a ningún estrato
social concreto.
De forma más global, y aglutinando algunas de estas
características, es obvio que perfiles de personalidad narcisista, paranoide,
antisocial tienen, apriorísticamente, más probabilidades de ejercer violencia
machista que otras estructuras de la personalidad, si bien no podríamos
hablar de una asociación unívoca. En este sentido, un estudio español con
maltratadores (condenados por sentencia) señalaría la mayor presencia de
rasgos del trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad. De igual forma, son más probables las patologías
de celotipias (trastorno delirante), descontrol de impulsos
(explosivos-intermitentes) o personas con adicciones (alcoholismo y/u otras
drogas) que otras afecciones, pero vuelve a no darse una correspondencia
directa y clara. Con cierta consistencia se ha hallado que el mero hecho de
haber sufrido maltrato en la infancia supone un predictor mayor que alguno de
estos factores o bien que, en realidad, supone un predictor de estos que, a
su vez, lo son del maltrato. En todo caso se considera que intentar
circunscribir la violencia machista a
la búsqueda de psicopatología y/o trastornos de la personalidad es
innecesariamente reduccionista y no realista.
Es por esto que todos hemos de vigilar e incrementar
nuestros niveles de alerta. Es una tarea prioritaria que va desde las propias
mujeres posiblemente afectadas hasta su entorno más próximo y la sociedad en
general. Estas u otras claves pueden ayudar a que la persona afectada consiga
salir del maltrato con la respectiva denuncia y optando a una vida que de lo
cotidiano al miedo, desesperanza y sentimientos de culpa.
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lunes, 28 de noviembre de 2016
El Perfil Psicológico de un Maltratador en la Violencia de Género
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