Han pasado ya algunos días desde que comencé esta andadura
que es la residencia y, como lo prometido es deuda, me dispongo a compartir con
todos vosotros como han sido mis primeros pasos en ella.
La primera semana la podría definir como introductoria e
intensa a partes iguales. Sé que a priori estas dos palabras no parecen ser muy
compatibles, así que me explico. Introductoria porque, a excepción del
miércoles, el resto de días estuvieron destinados a diversos cursos impartidos
por el personal del hospital, e intensa debido a la avidez por saber cómo es el
lugar al que te incorporas y quienes son las personas que te acompañarán en el
mismo.
Respecto a los cursos, los podríamos dividir en dos: los
comunes a todos los nuevos residentes (cómo es un día en medicina interna,
cirugía, prevención de riesgos laborales, etc.) y los específicos de Salud Mental.
Estos últimos, sin lugar a dudas, fueron los que más despertaron mi interés.
¿El por qué? Más allá de la obviedad de la temática, por ese “hambre” por
conocer a los profesionales con los que irás aprendiendo en cada una de las
rotaciones. ¡¡¡Qué importante y emocionante resulta poner cara a alguna de esas
personas!!! Es como si de pronto, al verlos y explicarte cómo se trabaja en
cada sitio fuera todo más real, más tangible… La verdad es que yo salí de ellos
con unas ganas descomunales de empezar en ese preciso instante con todas y cada
una de las rotaciones (Unidad de Trastornos de Personalidad, Hospital de Día y
muchísimas más)… pero de momento, habrá que guardar parte de ese voraz deseo y
dirigir mi ilusión y esfuerzos a la primera parada de este camino: el Centro de
Salud Mental (CSM) de Adultos.
Puede que alguno de vosotros no sepáis exactamente qué se hace
en un CSM, yo hasta hace escaso tiempo no conocía las diferencias entre los
distintos dispositivos del Servicio de Salud Mental, es más, a día de hoy, aún
desconozco alguna de ellas, siendo probablemente uno de los aprendizajes que
iré adquiriendo a lo largo de estos años.
El CSM es un centro multidisciplinar
compuesto por Psicólogos Clínicos, Psiquiatras, Enfermeros, Trabajadores
Sociales… entre otros, que constituye (desde mi punto de vista) una de las
piedras angulares de la red pública de salud mental. Hasta aquí, llegan pacientes
que pueden venir derivados de su médico de Atención Primaria, del Hospital tras
un periodo de hospitalización… En virtud de sus necesidades asistenciales,
algunas personas pueden pasar a formar parte de un Programa de Continuidad de
Cuidados, el cual está formado por múltiples dispositivos (Centro de
Rehabilitación Psicosocial, Centro de Rehabilitación Laboral…) que en su
momento os iré explicando sus funciones.
El pasado 5 de junio inicié mi paso por el CSM y,
sinceramente, estoy encantadísima. He decidido definir mi estado actual como
“mi pompa de felicidad”, no sé si llegará el punto en el que se rompa, pero hoy
por hoy, cada día lo vivo como algo especial porque supone descubrir cosas
nuevas.
El primer día, como todos los comienzos, estuvo repleto de
entusiasmo y nervios. ¿Cómo no? Llegar a un sitio nuevo, sin saber muy bien
cuál será tu lugar en él, sin embargo una vez más la acogida ha sido excelente.
Mi adjunta, en el breve lapso de tiempo que he pasado a su lado, he descubierto
que es una psicóloga increíble. ¿Cómo me he dado cuenta? Por su conocimiento,
su interés genuino por los pacientes, su modo de comprender y formular los
casos, su capacidad para entender los problemas desde una perspectiva más
amplia… Anticipo que me esperan 12 meses que se me van a quedar cortos para
poder aprender todo lo que puede ofrecerme (y para poder ir contándooslo).
De momento, además de observar cómo trabaja con pacientes
muy diversos, he comenzado a leer algún libro y algún artículo que me ha
recomendado y es que, aunque ahora os parezca mentira, no todo nos lo
estudiamos para el PIR, ¡aún queda más! Aunque, todo sea dicho, ahora se lleva
de otra manera, así que mucho ánimo y no os rindáis que a pesar de que estáis
en la parte más dura, lo bueno llegará.
Si tuviera que hacer un símil de estas últimas semanas sería
con un día en el parque de atracciones: el nerviosismo antes de subir a cada
nueva atracción, la descarga de adrenalina una vez que estás en ella y, sobre
todo, el anhelo porque ese día (en mi caso esta etapa) no se acabe nunca.
Gracias de nuevo por leernos y un grandísimo saludo para
tod@s.
LAURA PÉREZ LUNA , Residente PIR
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