Por Dr. Juan Jesús Muñoz García, Profesor de Psicología Clínica de CeDe
La evaluación de la credibilidad y/o la detección
de mentiras en el campo de la psicología forense puede realizarse
mediante tres tipos de indicadores como son los psicofisiológicos,
los conductuales y los verbales. Los psicofisiológicos son
analizados básicamente mediante el polígrafo. En relación a los
indicadores conductuales hay incluso diferentes enfoques y paradigmas
teóricos como son la llamada aproximación de los canales y la de los
indicadores discretos. Asimismo, existen diferentes técnicas para el
análisis de las declaraciones verbales: el análisis del contenido de la
declaración basado en criterios (Criteria Based Content Analysis, CBCA) que
forma parte del análisis de la realidad de las declaraciones (SRA –
Statement Validity Assessment, SVA -) y la teoría del control de la
realidad (Reality Monitoring, RM).
Los resultados obtenidos en la evaluación de la
credibilidad a través de los indicadores psicofisiológicos, conductuales y
verbales permiten obtener una serie de conclusiones recomendables para la
práctica de la psicología legal y forense. Los estudios con el polígrafo
tienen un problema importante. Se parte de los registros de la actividad
autonómica, siendo una mayor amplitud en los mismos el índice
revelador del engaño. Sin embargo, este registro autonómico constituye
una importante fuente de error debido a que variables como la ansiedad de los
sujetos participantes podrían alterar considerablemente los resultados. Hay
diferentes técnicas poligráficas, a saber, CQT (test de preguntas
control), GKT (test de conocimiento culpante), RCT (test del
control relevante), PCT (test del control positivo) y DLT (test de
la mentira dirigida). Las dos primeras son las más utilizadas en criminología.
Sin embargo, las técnicas no son todo lo precisas que sería deseable. Así, el
CQT registra un elevado porcentaje de falsos positivos (inocentes
clasificados como culpables). Sin embargo, el GKT es un adecuado detector
de la verdad (no daría falsos positivos) pero registraría un porcentaje elevado
de casos en que se cataloga como inocentes a culpables (falsos negativos). Pese
a resultados esperanzadores en algunas investigaciones con un 100% de
efectividad en la detección del engaño mediante la combinación de diferentes
métodos como PCT y el CQT, la investigación poligráfica adolece de
duras críticas. Además, los resultados del polígrafo son alterables
disminuyendo la respuesta fisiológica a preguntas relevantes, aumentando la
respuesta fisiológica a preguntas control y disminuyendo la reactividad
fisiológica; algo que saben hacer muy bien las personas con rasgos psicopáticos.
En cuanto a la evaluación de la credibilidad
atendiendo a indicadores conductuales los resultados se inclinan hacia el
contenido verbal como la mejor fuente para detectar la verdad y la mentira de
las declaraciones, si bien otros resultados ponen esa afirmación en duda.
Cabe destacar a Ekman y Friesen, quienes señalan la posibilidad del
ser humano de ejercer un mayor control sobre determinadas partes del cuerpo.
El rostro se mostraría como la zona más controlable del cuerpo, lo cual
no deja de ser paradójico ya que es la parte en la que más tendemos a fijarnos
para detectar el engaño. Por tanto, tenderíamos a facilitar con nuestro
supuesto conocimiento de la mentira el que nos engañasen. Para detectar el
engaño atendiendo a indicadores conductuales en el rostro, Ekman y Friesen
crearon el Sistema de Codificación de la Acción facial (Facial Action
Coding System, FACS). Sin embargo, pese a sus esperanzadores resultados,
tanto el FACS como su versión abreviada EMFACS conllevan una
dificultad importante. El examen a través del FACS de un minuto de
conducta lleva unos 100 minutos de minucioso trabajo, mientras que con el
EMFACS el tiempo se reduciría hasta los 10 minutos, lo cual no deja
de tener un elevado costo temporal que dificulta sus posibilidades de
aplicación.
La mejor variable para detectar el engaño es
atender al contenido verbal del discurso
y obviar el rostro (exceptuando las consabidas expresiones
micro-faciales). La realidad, sin embargo, es muy distinta. En un juicio con
jurado popular, el testigo declara en presencia del jurado quién, en su mayoría,
juzgará la veracidad de la declaración atendiendo a las claves faciales.
Llevando el resultado al extremo, lo ideal sería que para evaluar la
credibilidad se accediese sólo a la declaración grabada en cinta radiofónica del
testimonio, factor que incrementaría notablemente la precisión en la
evaluación de la posible veracidad del testimonio. El SVA fue creado para la
evaluación de la credibilidad de los testimonios de niños que declaraban haber
sido objeto de abuso sexual. La aproximación RM muestra como los recuerdos de
acontecimientos percibidos están provistos de mayores detalles sensoriales y
contextuales que los acontecimientos imaginados, donde predominaría la
información referida a operaciones cognitivas. Citando datos, el SVA y/o el CBCA
encuentran resultados entre el 60%y el 90,9%.
A modo de conclusión general, parece que lo más
adecuado sería disponer de la mayor cantidad de información posible. La
investigación existente avalaría una mayor precisión en la detección de mentiras
(evaluación de la credibilidad) utilizando el polígrafo junto a información
comportamental (comportamiento no verbal) y aplicando los criterios CBCA y RM.
Artículo
para ampliar información
Muñoz, J. J., Navas, E. y Graña, J. J. (2004).
Evaluación de la credibilidad mediante indicadores psicofisiológicos,
conductuales y verbales. Anuario de
Psicología Jurídica 2003, 13, 61-86.
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