En junio, julio, agosto y septiembre de
2012 F.J.M.M. provocó 24 incendios en Mallorca y
Menorca. Ante
el juez se definió como un amante de la naturaleza y de la
supervivencia. Llegó a vivir en una cueva situada en un bosque de Mallorca
durante las temporadas invernales. En esa cueva se encontraron velas así como
otros enseres y útiles que daban cuenta de la veracidad de su relato. En su
declaración F.J.M.M. admitió sentir impulsos irrefrenables por
prender fuego. Estas ideas se habían convertido en una obsesión imparable
aunque, paradójicamente, toda vez que veía el fuego señalaba sentirse mal y
abandonar la escena del delito. No hablaba de premeditación pero sí
comprobaba en las noticias, al día siguiente, lo que había generado. En su
historial psiquiátrico constaban antecedentes de ansiedad y depresión.
Otros aspectos claves de su relato eran su trabajo en una empresa que se
dedicaba a las actividades forestales así como su conocimiento en senderismo y
medioambiente. Este pirómano fue condenado y de su vida personal
se supo que tenía una relación duradera con una mujer que había sido madre
soltera de dos hijos mayores de edad. Ante ella se mostraba como una persona
con especiales habilidades como su capacidad para saber cortar troncos de árbol
de una forma específica, su habilitación para conducir helicópteros o unas
anormales habilidades para la conducción de vehículos a motor (coches y
camiones). Su trabajo como brigadista para una empresa especializada en labores
de mantenimiento de zonas naturales le proporcionó conocimientos idóneos para su
conducta pirómana que consistía en esconder una vela entre unas ramas y
matorrales regando con parafina la zona para poder huir rápidamente. Esta
persona tenía un diagnóstico previo de esquizofrenia (no relacionado con
los hechos) y cobraba una pensión. Se caracterizaba por pocas relaciones
sociales y su relación sentimental pasaba continuamente por altibajos.
El ejemplo de F.J.M.M. muestra, con
total nitidez, el perfil habitual de un pirómano frente a un
incendiario. Los incendiarios son personas que provocan incendios
inmersos en la premeditación o afán de lucro, si bien pueden darse casos de
negligencia o descuido. Frente a estos, los pirómanos actúan de
forma intencionada pero en respuesta a un descontrol de los impulsos y/o a un
deseo irrefrenable de quemar pese a saber lo que hace y las posibles
consecuencias. Los datos oficiales en España muestran que un 78% de los
incendios son organizados y/o planificados desde la óptica de un incendiario.
Apenas un 10% tendrían el origen en la piromanía.
La pregunta que surges es cómo es el perfil criminal
de los pirómanos. Obviamente, y como ya se ha señalado, nos movemos en el
descontrol de los impulsos. Son personas con mucho interés por el fuego
(p. e.: pirotecnia, cercanía a bomberos, retenes anti-incendios, etc.). Hay
una necesidad imperante de llamar la atención que puede mostrarse a través de
provocar falsas alarmas de incendios. Como características de personalidad
destacan la egolatría, manipulación y otras conductas de carácter
parasitario. Amantes de la búsqueda de sensaciones y/o del riego suelen revelar
una inestabilidad emocional y no son infrecuentes los antecedentes
ansioso-depresivos. No son extraños los nervios y ansiedad tras haber
cometido el acto pirómano. Otros elementos del perfil son su habitual edad entre
los 20-50 años. Es raro que tengan estudios superiores y suelen tener algún tipo
de dificultad intelectual y/o CI bajo en el contexto de normalidad. El alcohol
es la sustancia adictiva más presente en sus vidas y suelen estar vinculados a
equipos de voluntariado, protección civil o empresas dedicadas a temas
vinculados con el fuego.
Volviendo a F.J.M.M., en su cadena de
incendios destacaba un marcado carácter compulsivo. Uno de sus días más
activos fue el 19 de agosto de 2012, fecha en la que incendió tres zonas
diferentes. La baja autoestima también subyace a las actuaciones de estas
personas que, de alguna manera, buscan sentirse importantes realizando sus
actos. Normalizan la manipulación del fuego e incluso se atribuyen fines
de justicia social (p. e.: combatir la tala masiva de árboles). En el fondo
subyace un sentimiento de omnipotencia y una ideación obsesiva que responde a
sus frustraciones y desajustes emocionales, su mal rendimientos
escolar/profesional y posibles defectos físicos causantes de complejos que
contrarrestan con sus acciones dirigidas a llenar su vacío existencial,
frustración y necesidad de sentirse importantes.
Curiosamente, cuando el pirómano es detenido se
muestra colaborador con las autoridades. El propio F.J.M.M.
detallaba sus acciones con el como y donde de la manipulación de rollos de
papel higiénico para facilitar la propagación del incendio. En este caso fue
detenido sin confesión, pero no es infrecuente confiesen buscando notoriedad.
Tirando de la sabiduría de Confucio, me gustaría decir al pirómano no
pretendas apagar con fuego un incendio, ni remediar con agua una inundación.
Apagar sus frustración interna con el fuego no hace más que avivar la llama
de su baja autoestima y conducta al margen y/o contra de la sociedad. Al
final, quien juega con fuego se quema.
Links para ampliar información
Geller JL, Erlen J, Pinkus RL (1986). A historical
appraisal of America´s experience with “pyromania” – diagnosis in search of
a disorder. National Institutes of Health.
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